Opinión

La biodiversidad del Alto Guadiana, en acelerada decadencia

Salvador Jiménez Ramírez | Martes, 6 de Junio del 2023
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Sobresalto y despiste  nos producen algunos súbitos nubarrones “mutantes” y chaparrones, en este mes de junio, que producen  pequeñas avenidas ribereñas, causando “arrugas” cenagosas y negruzcas, en las “larguras” verdes del río. Las rápidas escorrentías superficiales, fruto de las precipitaciones, lavan ribazos verdeoscuros de flecos fluviales y verdales chamuscados por incendios del pasado año. En ciertos lomazos y lechos lacustres, aparecen conchas pálidas y desmoronadas de bivalvos  de otro tiempo, cuando el armazón y el “rostro” de la biodiversidad del aguazal Altoguadianero o Lagunas de Ruidera, era de “espejos” grandiosos, vida noble, extraordinaria, alegre, vistosa y de gran valía medioambiental; poco dineraria todavía…

Los restos de conchas o “almejas de las lagunas”,— como se las denominaba en el lugar—pertenecen a moluscos bivalvos-náyades Unio pictorum, de morfología alargada que, debido al tiempo que han permanecido sin vida, presentan muy corroídas y deslustradas las rugosidades y relieves externos y también la lisura y brillo internos de las valvas. Las conchas de estos moluscos son puro carbonato cálcico cristalizado, con horma cristalina de aragonito. El brillo  interior de estos bivalvos de agua dulce, se debe a dicho mineral, que suele cristalizar en sistema rómbico. Si bien, en las fosilizaciones de conchas, la calcita predomina sobre el aragonito. Estas náyades, han sido muy prolíficas  en el Alto Guadiana-Lagunas de Ruidera; a través de los siglos, en “colaboración” con la fauna piscícola (parasitismo larvario); tanto en el desarrollo, a nivel de pequeños nichos ecológicos, como en el desplazamiento para colonizar nuevos hábitats. De la piscifauna autóctona de barbos, cachos, calandinos, bogas y otros, de hace décadas, que se ha venido desarrollando en equilibrio durante milenios, apenas si queda algún vestigio… En sedimentos fluviales, hoy desecados, pertenecientes a hábitats acuáticos extintos, se contabilizan hasta cuarenta reliquias de ejemplares de Unio pictorum por metro cuadrado.

El sistema de respiración y alimentación de estos moluscos, (en vías de extinción en la península Ibérica y extintos en el Alto Guadiana) es extraordinario, desde el punto de vista biológico; al ser unos fabulosos filtradores de agua, con su sistema branquial, para obtener oxígeno y alimento. Por lo que si la calidad de las aguas es mala, (“aunque  el agua pura no contenga peces…”) los elementos contaminantes son absorbidos por el animal, ocasionándole la muerte. Las aguas de muchos de nuestros ecosistemas o zonas húmedas, cargadas de elementos que las convierten en hipereútrofas (aunque se vean claras a simple vista) son la causa de la agonía y desaparición de esta y otras especies. Las consecuencias de la mala calidad de las aguas, por vertidos, presión antrópica descontrolada y otras causas, son las que son… Aunque por distintos intereses no las queramos ver… Con la decadencia de la biodiversidad, las especies (¡lógico!) disminuyen drásticamente, y las supervivientes, son triviales o vulgares, respecto a dicha biodiversidad, salud medioambiental de un ecosistema y salubridad del “agua del olvido…”.

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