El Bar Avenida recibirá el próximo 28 de agosto el título de Viñador en el ámbito de la economía. Galardón más que merecido para un establecimiento que va por la segunda generación y que siempre ha sido un referente en la hostelería local. Alejandro y Pepe tomaron el testigo de su padre, el siempre recordado, Alejandro Carretero Galera, principal artífice del crecimiento y consolidación del negocio, el hombre que le dio un marcado acento deportivo y que supo crear un sano ambiente de tertulias y de búsqueda de la suerte al abrigo del mejor café, sabrosas tapas  y unas raciones que han sentado cátedra. En cierto modo, los clientes del Avenida se sienten como en casa y ese es, sin duda alguna, el gran logro de este entrañable bar, inaugurado en julio 1968 como se recuerda en una fotografía de grandes dimensiones que hay justo enfrente de la barra.

Realizamos esta  entrevista a primera hora de la tarde del 9 de agosto más caluroso de los últimos setenta años. La tarde es mucho más silenciosa que la mañana en un bar donde siempre han tenido cabida juegos como el boté o el dominó, pero sobre todo las buenas conversaciones y el espíritu de amistad y camaradería. Pepe espera al periodista junto a la barra de bar y Alejandro da las últimas vueltas a una tortilla que, por su buena pinta, anuncia un prometedor sabor. 

-¿Qué supone para ustedes recibir este Viñador?

-Estamos muy contentos, es algo que no esperábamos. Cuando nos lo comunicaron pensábamos que estaban de broma, porque no es frecuente que hayan recibido este galardón muchos bares. Recordamos La Uticia y poco más. A lo largo del tiempo hemos ido viendo las personas, empresas y colectivos que han recibido este premio, pero nunca pensábamos que podría recaer en nosotros.

-¿Qué se puede destacar de una trayectoria de 55 años?

-Estamos orgullosos del trabajo, del esfuerzo y,  sobre todo,  de sentirnos muy queridos, que era un poco lo que le pasaba antes a mi padre; la gente que venía lo apreciaba y lo respetaba. Mucha gente nos ha felicitado estos días por el premio, y notas que te lo dicen de corazón. 

-Alejandro Carretero Galera fue quien empezó la historia del bar, ¿cómo fueron aquellos inicios?

-Él era  camionero, pero tuvo un accidente al caerse de una cisterna que lo provocó una fractura en el pie. Se enteró que en el Bar Alhambra necesitaban camareros y decidió probar. Un par de años después, le salió la oportunidad  de este local y se tiró a la piscina para establecerse por su cuenta. Era una persona muy  emprendora que no se arrugaba ante cualquier reto o proyecto. El bar siempre ha estado en el mismo local, lo único que ha cambiado ha sido la ubicación de la barra; antes pasabas y te la encontrabas a la izquierda y ahora está en la parte derecha.

-Por el bar habrán pasado muchos camareros y empleados ¿los recuerdan?

-Claro, muchos de ellos han sido casi como de la familia. Recuerdo a Vicente Cepeda, una persona muy entrañable que nos ayudó mucho. También estuvo muchos años de camarero, Juan, un andaluz; otro fue Leopoldo, después Rafa que estuvo otros dieciséis o diecisiete años y también trabajó aquí de pequeño, Eusebio, que luego pondría el Mesón Plinio con Manolín. En la cocina empezamos con Felisa, una señora mayor que venía del Alhambra con mi padre, luego estuvo Antonia que  ayudaba a mi madre. Mi hermana mayor, Sole, también trabajó en la cocina y en el bar también ha estado mi hermano  Loren.     

-Un sello distintivo del Bar Avenida ha sido su gran ligazón con el deporte local…

-Totalmente, mi padre se implicó con muchos proyectos del deporte en Tomelloso. Fue el fundador de la Peña del Atlético de Madrid , luego fundó en 1979 el Atlético Tomelloso, años después crearía un equipo de fútbol femenino, ayudó también a Pedro Marquina y Marino Jareño para conseguir que la Federación arreglara la pista, y por supuesto, el fútbol de empresas, donde fuimos campeones un año con Pedro, Darío, Archidona, mi cuñado Luis, Sasio, Baldo… y después los años del fútbol-sala que fueron muy buenos donde ganamos muchas cosas y fuimos a muchos maratones.

-El gran patrimonio de un bar son los clientes que para ustedes son mucho más que eso ¿no es así?

-La mayoría son amigos, muchos de ellos llevan viniendo desde que abrimos el bar. Nos emociona que llegue gente más joven y nos diga que han estado antes en el bar con su padre o su abuelo. Siempre  hemos notado el cariño y la complicidad de la clientela. Curiosamente, en cada franja horaria tenemos una clientela diferentes: los de por la mañana temprano, los del desayuno, los de la hora de la caña, la gente que toma raciones…

-Tiene mérito aguantar tanto tiempo si tenemos en cuenta la creciente competencia que existe en el sector hostelero de Tomelloso  ¿no creen?

-Hay gente que no ha aguantado el sacrificio que exige esta profesión, pero el secreto de nuestra larga trayectoria está en la permanencia de la plantilla, en no cambiar de camareros a menudo. Aquí los trabajadores son de largo recorrido y el cliente agradece esa seguridad de encontrarse siempre las mismas caras. De hecho, al camarero no le hace falta preguntar porque ya sabe lo que va a tomar la persona que viene.  Y algo importante, siempre estamos uno de nosotros, no ocurre como en otros bares donde los jefes casi nunca están. 

-Y en el éxito el bar mucho tendrá que ver también el sello de una cocina exquisita…

-Hemos apostado por la cocina tradicional de siempre y eso se valora. El bar lo hemos modernizado, pero hemos guardado la esencia de las tapas y raciones de siempre. La gente busca nuestras raciones de calamares, sepia, gambas rebozadas, merluza o el champiñón a la plancha.

-Sus hermanas han jugado también un papel importante  con el servicio de las quinielas y la lotería ¿qué nos pueden decir de ellas?

-Las dos cosas se han retroalimentado; el bar era un apoyo para las quinielas y viceversa. Sole y Mari Carmen han trabajado mucho, dando muy buen servicio a la gente, pero ya se han jubilado y disfrutan de un merecido descanso. A ellas también les tenía mucho cariño la gente.

-No hay mejor sitio que el Bar Avenida para tomar el pulso de lo que ocurre en la ciudad

-Sobre todo a nivel deportivo. Es  cierto que se  habla también de política, de temas locales, de algún suceso, pero la mayoría de las conversaciones y tertulias giran en torno al deporte. Casi todos los presidentes del fútbol son fieles clientes. El bar viene a ser también como una especie de red social, donde se hacen muchos amigos.

-¿Tendrán relevo generacional?

-En principio, ninguno de nuestros hijos viene detrás. Será complicado  que haya tercera generación de la familia en el bar. Lo único que podría pasar es que sigamos nosotros con la gente que tenemos. La hostelería es muy sacrificada y nuestros hijos han visto la poca vida que hemos tenido. Nos hemos perdido acontecimientos  que todo padre quiere saborear: partidos de fútbol, fiestas del cole, actuaciones  y muchos acontecimientos familiares. Nosotros mismos les hemos ido aconsejando que se busquen otra alternativa.