Las paredes de la escalera son de piedra y está reforzada con columnas. Predomina  su tono natural ocre en las paredes y observamos unos magníficos trabajos de adecentamiento de la cueva, realizado a pico, con la técnica constructiva tradicional que le dan mucha autenticidad, utilizando la tierra y piedra de la misma construcción. Contiene ocho tinajas de cemento de 450 arrobas de capacidad y en ellas José María Díaz no tarda en reconocer la mano de su padre. En la remodelación se formó un bonito arco de piedra, justo antes del pasillo entre tinajas, que es otro elemento que le otorga cierta singularidad a la cueva. Está decorada con molduras, plafones, estrellas y unos rabos entre tinajas que también contienen adornos geométricos, combinando los tonos blanco y burdeos.  En el suelo se ha colocado un gres de porcelana muy acorde con la cueva, que le da comodidad y elegancia.

La iluminación, muy lograda, acentúa el tono ocre de la construcción que tiene unas dimensiones de 10,20 metros de larga y 5 de ancha, con una altura hasta el techo de 4,15 y de 6,20 hasta el acerado  con los que tiene dos metros de tosca. La cueva cuenta con dos lumbreras que proporcionan una buena ventilación, de hecho la arquitecta Palacios destaca que la cueva está totalmente seca.  En uno de los extremos aparecen tres tinajas más pequeñas, las que se utilizaban para consumo de la familia. Nos llama también la atención algunos aperos que contiene en su interior como una media fanega, serillas, bombonas recubiertas de esparto, antiguos anuncios de Bodegas Peinado, una romana, una redina, un horcate y un tonel en el medio que ha sido el epicentro de reuniones familiares y de amigos. “La verdad es que este es un sitio muy chulo para ese tipo de encuentros”, destaca Emi 

La propietaria nos agradece en la despedida el trabajo periodístico que venimos realizando sobre las cuevas, un  trabajo que no sería posible sin la generosidad de los tomelloseros que nos abren de par en par las puertas de sus casas para que disfrutemos de estas joyas subterráneas, como ha hecho Emi Patón y José Miguel Perales.