Opinión

Pseudoprogresismo nacionalista

Ramón Moreno Carrasco | Sábado, 16 de Septiembre del 2023
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Ignoro como a pesar del persistente histrionismo imperante en nuestros políticos y representantes, su crónico cinismo y las barbaries que perpetran cuando ostentan el poder, aún conservo cierta capacidad de sorprenderme. El caso es que ante ciertas afirmaciones a veces siento una vesánica desazón que hace que cuestione mi propia capacidad de raciocinio.

Ayer, una nacionalista perteneciente a un partido catalán que se autocalifica como progresista volvió a reivindicar el persistente déficit del estado del bienestar de dicha comunidad autónoma como consecuencia de que recursos allí recaudados, vía impositiva, se destinan a otros territorios, matizando que ellos seguirán erre que erre en su sempiterna lucha para la corrección de dicha anomalía. Dicho de otra forma, esta estupenda y moderna izquierdista pretende cargarse de un plumazo uno de los más efectivos mecanismos redistributivos de la riqueza, fomentando la acumulación de ésta en un territorio en concreto. ¿Es una contradicción o me he vuelto majareta perdido?

El cruento enfrentamiento atrincherado de ideologías nos ha inoculado un temor a ser críticos con quienes, en teoría, son afines a nuestras convicciones, dado que ello puede fagocitar que el adversario logre sus objetivos y acabe vencedor. Esto debilita los básicos cimientos de nuestros principios, en tanto sus necesarias e imprescindibles actualizaciones al contexto actual no son sometidas al imprescindible debate, a modo de lo que actualmente se conoce como control de calidad, cayendo con mucha frecuencia en fragantes paradojas.

Vamos a ver progresista de postín, el hecho de que tu nacionalismo se circunscriba a tu Comunidad Autónoma no desvirtúa su similitud con el nacionalismo de tu oponente ideológico que, por cierto, en la pasada centuria sirvió de pretexto y justificación para perpetrar genocidios y desgracias colectivas de distinta intensidad, las cuales omito por suponerte enterada. En contraposición a ello, estaban otros que pregonaban el equitativo reparto de los recursos y la mejora de las condiciones de vida de los parias, con independencia del lugar de su nacimiento. Si te sirve de ejemplo, la mayor expresión progresista habida en la historia fue la extinta Unión Soviética, cuya génesis fue el derrocamiento del régimen zarista ruso y que, al contrario de lo que tú pregonas, no se limitó a sus fronteras y se expandió a las naciones contiguas.

Otro logro de esa estupenda gente fue la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con un inequívoco carácter internacionalista que, dicho en corto, viene a decir que todos los seres humanos son iguales y tienen derecho a una vida digna. No sé si lo captas o no, una vida digna para todos no es muy compatible que digamos con el nacionalismo que fomenta la acumulación de riqueza en determinados y reducidos espacios físicos y clasistas.

Todo lo dicho es independiente de que ambos, comunismo y derechos humanos, como ya dije en artículos pasados, hayan quedado relegados a la categoría de utopía por contagio de las muchas y perniciosas máculas consustanciales al ser humano, haciendo que prevalezca los espurios intereses personales o de un determinado grupo sobre el genérico bien de la humanidad.

A ti solo te preocupa el bienestar de los menesterosos catalanes, importándote un pimiento las clases humildes allende de tus minúsculas fronteras, pasándote por la bisectriz el fundamental principio globalista de todo movimiento progresista mínimamente riguroso y serio. Tanto es así que el partido al que perteneces, como consecuencia de la elevación del axioma independentista a la categoría de dogma, ha pactado durante décadas con quienes representan los intereses de la más rancia burguesía catalana sin que le temblara el pulso y sacrificando concesiones imprescindibles para las clases humildes. Tan grande y obsesiva es vuestra ceguera separatista que ni siquiera las disputas y traiciones habidas en el seno de vuestras coaliciones han hecho plantearos su ruptura.

Otra cosa que pareces pasar por alto es que tu sicalíptica enajenación independentista es proconservadora por naturaleza, en tanto una Cataluña independiente debilitaría a los nuevos Estados nacientes en un contexto globalista creado exclusivamente por el neoliberalismo para la protección y perduración de sus intereses y vetustos privilegios, con lo cual esas clases desfavorecidas que dices representar y proteger se verían seriamente perjudicadas, pues el actual globalismo, hasta el momento y según los organismos más prestigiosos y eruditos en la materia, solo ha provocado un retroceso en materia social, y la proliferación de pequeños Estados-Nación no es, precisamente, la medida correctiva más efectiva que digamos.

Por cierto, tu y tus correligionarios sois ambiguos de narices y no me entero de vuestras aviesas intenciones del todo. Eso del déficit tributario y el manido y socorrido España nos roba está muy bien como eslogan, pero: ¿lo calculas con los mismos criterios científicos con los que haces las estimaciones electorales? Pues apañados están los catalanes. Tu separación implica dinamitar el sistema de solidaridad interterritorial, por lo que inevitablemente disminuirá el poder adquisitivo de los clientes de vuestras empresas, y en la partida de gastos tendrás un aumento exponencial por la creación de servicios de defensa, inteligencia, embajadas y consulados reales y no esos chiringuitos publicitarios que de un tiempo a esta parte os habéis sacado de la manga, representación internacional, creación de un sistema público de seguridad social, etc. ¿Habéis tenido en cuenta todo ello? ¿Seguro que os sale a cuenta la independencia?

Eso que pregonáis a veces del divorcio amistoso y que nos vamos a saludar entre españoles y catalanes con besos en los morros me toca mucho la moral, porque lo vuestro es unilateral y tiene unos tintes de imposición horrorosos. ¿No crees que, al menos en eso, algo tendremos que decir el resto de los ciudadanos de esta España discutible y represora?

Que sí, que vale, que el derecho de autodeterminación es parte integrante del ordenamiento jurídico internacional, que hasta yo lo sé. Pero utilizas subterfugios de dudosa moralidad para ocultar la cara de la moneda que no te interesa divulgar. Para empezar ningún derecho es ilimitado en tanto entraría en conflicto con el derecho de las demás personas, y el de autodeterminación no es la excepción. También callas la relevancia que para éste tiene la cuestión histórica y los problemas que puede haber al respecto en vuestro caso concreto por vuestra dependencia de la Corona de Aragón. Por último, te pasas por la bisectriz las altas complejidades técnicas que tiene el derecho, las muchas matizaciones habidas al respecto por parte de los distintos Tribunales Internacionales y las contestaciones contrarias a tu discurso que te da la Unión Europea, sea de muto propio o por requerimiento vuestro.

Por cierto, una última cosa que no tengo nada clara, en caso de que por agotamiento se acceda a celebrar el referéndum de las narices ¿Qué mayoría consideras suficiente para entender que la soberanía catalana lo aprueba, la simple, la absoluta o, dada la relevancia e importancia tendría que ser una mayoría cualificada?

Los movimientos marxistas y afines tienen su razón de ser en las paupérrimas condiciones de vida a las que se veían sometidos grandes sectores poblacionales, tanto en regímenes feudales como en sus sucesores los capitalistas, condiciones que, si bien en cierto momento histórico se vieron atenuadas, el globalismo ha vuelto a potenciar exponencialmente. El concepto nación, que no es más que una ficción jurídica en tanto la diversidad cultural no impide una pacífica convivencia basada en los fundamentales principios democráticos de tolerancia y respeto, viene siendo utilizado por el conservadurismo como justificación de sus tropelías y xenofobias. Tus pretensiones son tan loables para los menesterosos catalanes como degradantes para el resto de pobres de otros territorios, siendo ello de tal gravedad que no creo que en un riguroso examen doctrinal vosotros tuvierais cabida en alguno de los movimientos progresistas consolidados.

Ramón Moreno Carrasco es Doctor en Derecho Tributario.

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