No es la primera ver que hago pública la siguiente reflexión: No hay mejor recompensa para el trabajo del investigador que ver como su trabajo levanta inquietudes y, en ocasiones, abre nuevas puertas para completar tantas y tantas historias abiertas.
En el caso de los apellidos, y por el hecho particular de Tomelloso de carecer de Archivo Parroquial, cuando plasmo los datos conseguidos de algún linaje local y recibo posteriores informaciones para completar el estudio, me siento halagado.
Este es el caso que nos ocupa. Tras escribir sobre el apellido Quevedo, una familia tomellosera portadora del mismo se han puesto en contacto conmigo y me han ofrecido una serie de exquisitos documentos familiares que me animan a darles forma y, con el permiso de esta familia, presentarlos en esta sección.
Todo empieza con el estudio familiar del tomellosero Ricardo de Quebedo Toribio, iniciado con las referencias familiares a sus antecesores (padres, abuelos y bisabuelos), y con la siguiente impresionante descripción:
“Nos hallamos en el siglo diez y nueve, o sea en el siglo de las luces, y a pesar de hallarse la época en un situación tan iluminada y a una altura de civilización tan elevada, en parte o casi en general se encuentra hoy bastante atrasada, pues en mis cortas observaciones, y a pesar de mi poca inteligencia, he tenido tiempo de ver, y con bastante sentimiento, que aún existe cierta clase de familias que no han llegado a tener la suficiente enseñanza de sus padres y demás antecesores para poder darles algunos detalles y principios de moral e inculcarles a la vez los suficientes conocimientos para poder ser, cuanto menos, unos verdaderos padres de familia. Así pues, para evitar que todo los que pertenece a mi ramo o generación brille con tanto esplendor la ignorancia, he dispuesto el formar este pequeño archivo para ir anotando en él todos los individuos de ambos sexos que la providencia, nuestra desconocida protectora, tenga a bien ir concediendo a mi generación cuidando muy detenidamente el que llegare a poseer esta pequeña obra de no fallar en lo más mínimo a llenar los requisitos que aquí quedan expresados, llevando notas separadas del al alta y baja, que ocurra en toda la familia a que pertenece esta obra y para evitar ciertos entorpecimientos que, con frecuencia, ocurren a causa de los pocos adelantos y menos instrucción que se viene observando, llegando a tal extremo que hay madre que no sabe en la fecha en que dio a luz a su querido hijo, ni aún en el día en que contrajo el sagrado lazo. En fin, una porción de errores teniendo necesidad de apelar por la cosa más insignificante al archivo eclesiástico para salir de cualquier duda.
Si como no dudo mis sucesores tienen a bien el seguir el hilo de mis intenciones, y que esta obra siga siendo caja de toda mi familia, les estaré agradecido hasta la eternidad”.
Sin duda unas reflexiones dignas de valoración y que fueron la base para que el citado Ricardo de Quebedo iniciase su particular estudio genealógico familiar.
Como vemos en primer lugar, el apellido nos aparece a lo largo del estudio familiar en sus dos versiones: Quebedo o Quevedo. Esto es debido a la confusión que el castellano ha habido desde la Edad Media entre una y otra grafía, prueba de su confluencia progresiva en la representación indistinta del mismo sonido, coincidencia que era ya general en el siglo XVI y que no empezó a dirimirse definitivamente hasta los siglos XIX y XX.
Gracias a la documentación familiar, como primera curiosidad tenemos la “partición convencional” (a modo de testamento) tras el fallecimiento de María Toribio Rodrigo – en 1898 - (la que fuera esposa de Ramón Quevedo Díaz), entre sus cinco hijos vivos (Polonio había fallecido a corta edad).
El total repartido ascendía a 2421,46 pesetas correspondientes a los conceptos: dinero en metálico (“en vacío, pesetas”), viñas, tinajas, casa (en la calle San Roque número 14); y tras la reducción de las deudas y los “derechos particionales”. Así, los hijos recibieron las cantidades siguientes: Ignacia Quevedo, 417,59 pesetas; Isabel Quevedo, 417,59 pesetas; Celestina Quevedo, 447,59 pesetas; Prudencio Quevedo, 417,59 pesetas y Ricardo Quevedo, 721,10 pesetas.
En cuanto a estos bienes, el patrimonio de esta familia podemos ajustarlo al de la clase media-alta de la época. Una herencia importante que queda dividida entre todos los hijos.
A continuación llegamos a la figura de Ricardo Quevedo Toribio, del que podemos dar forma a una breve biografía.
Ricardo Quevedo, el autor de la obra familiar, nació el martes 7 de febrero de 1843. Contrajo matrimonio, el 22 de agosto de 1868, con Venancia Prudencia Huertas Núñez y de este enlace nacieron dos hijos: Gervasio (18 de junio de 1870) y Leoncio. Prudencia falleció el 21 de julio de 1873.
Unos años después Ricardo Quevedo se casa en segundas nupcias con Eusebia Quiralte Huertas (el 27 de febrero de 1875), y de este matrimonio nacieron María de las Candelas (2 de febrero de 1877, muriendo a las tres horas de su nacimiento), Candelas (2 de febrero de 1879), María Josefa (24 de marzo de 1880), Daniel Zacarías (3 de enero de 1883), Bernabé (11 de junio de 1883), Máximo (8 de enero de 1887) y Bonifacio (5 de junio de 1888).
El propio Ricardo Quebedo Toribio se describe como un militar que “se granjeó el aprecio y estimación de sus jefes por sus adelantos en la poesía y en la táctica militar”.
En los últimos años del siglo XIX y primeros del siglo XX (de 1897 a 1904) nos encontramos a Ricardo como “Cabeza de Familia” de la localidad de Tomelloso en las listas definitivas de los jurados del distrito correspondiente al Partido Judicial de Alcázar de San Juan. Hay que recordar que las funciones de estos jurados de distrito era reunirse en la cabeza del distrito para examinar las peticiones de “pensiones o de los socorros” que los obreros u otras personas necesitadas de su localidad solicitaban. Las decisiones de estos jurados de distrito se someterían posteriormente a la aprobación del Ministerio de hacienda, que las haría ejecutorias.
Falleció en la vecina Alcázar de San Juan el 14 de octubre de 1907.
Siguiendo con la descendencia del anterior Ricardo Quebedo Toribio y Eusebia Quiralte, tenemos a uno de sus hijos, Bonifacio Quevedo Quiralte, que casó con Victoria Jiménez Gallego, siendo uno de sus hijos Alejandro Quevedo Jiménez.
Alejandro Quevedo, casó con Ramona Carretero Moreno, siendo sus hijos Victoria, Ramona y Alejandro Quevedo Carretero.
Y ya, en un último eslabón, Victoria Quevedo Carretero (nacida el 27 de septiembre de 1952), casó con Felipe Jiménez Lomas (nacido el 7 de octubre de 1948). De este matrimonio, celebrado el 22 de diciembre de 1973, nacieron los hermanos María Victoria, Felipe y Jaime.
Precisamente, a María Victoria Jiménez Quevedo mi agradecimiento por dejarme compartir la documentación que me ha permitido dar forma a una saga familiar de Quevedos, en Tomelloso.
Otro de los hijos de Ricardo Quevedo Toribio fue Daniel Zacarías Quevedo Quiralte, quien casó el 2 de septiembre de 1908 con Tomasa Sevilla. Del matrimonio nacieron Eusebia (casada con Esteban Heredia), Ricardo (casada con Francisca Benito), Francisco (casado con Pilar Madrigal), Basilio, Evangelina (casada con Francisco Lara), Bonifacia (casada con Casimiro Ruiz), Tomasa (casada con José Lozano) y Olegario (casado con Carmen Perales).