Me encuentro ojeando los
acontecimientos acaecidos en el verano de 1916, en plena Batalla del Somme, una de las más largas y
sangrientas de la Primera Guerra Mundial, con más de un millón de bajas entre
ambos bandos; en plenos Sanfermines de Pamplona y bajo la amenaza de una huelga
de ferrocarriles en España, cuando este curioso lector, en dos periódicos
madrileños, se topa con una llamativa y
detallada información, sacada por el reportero de turno, de una denuncia
presentada en la Dirección General de Seguridad, y referida a un residente en Tomelloso
que había abandonado en esta ciudad a su mujer e hijos, reproducida al día
siguiente, literalmente, del primero de ellos, por el Diario de Burgos.
Elegimos la crónica de El
Imparcial, que informaba lo siguiente con este título y encabezamiento: “UN
PAJARO DE CUENTA. El hombre del
proyector. Una «tournée» provechosa.
Engaños y estafas. La galantería del inventor. Anuncio para las incautas. La
denuncia y la detención”.
“Hace cerca de tres meses la
Dirección general de Seguridad tuvo noticias de la Policía de Ciudad Real
dándole cuenta de que del pueblo de Tomelloso había desaparecido, abandonando
a, su mujer y a sus hijos, un sujeto llamado Martín Caminer, de treinta y
cuatro años, y añadiendo que este sujeto había querido obligar a su mujer a
realizar varias estafas por un procedimiento ingeniosísimo. Como la mujer se
negara rotundamente a ello, de la noche a la mañana, y acompañado de varios cientos
de pesetas que le sustrajo a un pariente que con ellos vivía, desapareció de
Tomelloso Martín Caminer. Se dirigió a varias poblaciones de Andalucía y de la
región de Levante, donde trabó amistad con periodistas de las localidades qua
iba recorriendo. Se presentaba en los periódicos fingiendo ser inventor de un
aparato que él llamaba «el proyector luminoso», con el cual, según él, se podía
ver el fondo del mar hasta una profundidad de 1.500 metros. Para autorizar su
fantástico proyecto presentaba a la vista de todos aquellos con quien le
convenía tener amistad una serie de planos detalladísimos. De esta manera
logró, que en varias poblaciones de Andalucía los periódicos le hicieran un
reclamo tremendo, publicándole fotografías y largas informaciones, en las
cuales daban cuenta del invento de Martín Caminer. Valido de este medio y afirmando que el
invento era de resultados provechosísimos, logró de varias personas de dinero
adelantos de diferentes cantidades por valor de 7.000 pesetas, con las cuales,
según él, podría empezar a construir su aparato. Una vez en su poder las
pesetas, Martín Caminer iba desapareciendo de dichas poblaciones sin dejar
rastro de su persona. Claro es que los perjudicados comprendían la estafa de
que habían sido objeto y en los Juzgados respectivos se iban amontonado las
denuncias contra el fantástico inventor. Pedro Martín Caminer, dispuesto a
seguir aquella «tournée» que con principios tan provechosos había comenzado, se
dirigió a la villa de Daimiel, donde, por medio del mismo procedimiento, estafó
1.000 pesetas a D. Fernando Herreros, y, como es de suponer, desapareció de
aquel pueblo, dejando tras él otra denuncia.
Desde ahí marchó a Solanas,
provincia de Burgos, donde se estableció, fingiéndose de igual manera inventor
del famoso «proyector luminoso». Martín Caminer, hombre de continente marcial y
distinguido, se puso en relación al mismo tiempo con dos señoritas de la
localidad, a las cuales, por medio de engaños, las sacó dinero, diciéndolas que
iba a sacar los papeles y se casarían.
Desde este punto, y una vez
logradas las cantidades solicitadas a las dos señoritas de referencia, marchó a
Alcázar de San Juan fingiéndose comisionista de paños. También en esta villa
hizo varias estafas a diversos comerciantes, a los cuales les sacó varios miles
de pesetas. Comprendiendo Martin que en este recorrido había de llegar momento
en que las autoridades le cogieran, vino a Madrid dispuesto a coronar su viaje.
Empezó por publicar en diversos periódicos de la corte un anuncio en el cual
decía: «Caballero distinguido y de posición desea contraer matrimonio con
señorita guapa y con capital». Daba sus señas y esto ha sido lo que le ha
delatado.
Por un pariente de la mujer de
Martín supo ésta lo que estaba tramando su esposo e inmediatamente denunció el
hecho a las autoridades de Tomelloso, las cuales telegráficamente dieron
conocimiento a la Dirección general de Seguridad para que fuera detenido.
Anoche, poco después de las diez, varios agentes de la brigada sexta se
personaron en la calle de Segovia, núm. 59, y detuvieron a Martín Caminer,
quien convicto y confeso de los delitos que antes hemos mencionado ingresó en
la Cárcel Modelo a disposición de todos los Juzgados que ahora se apresurarán a
reclamar. El viaje que ahora realizará Martín Caminer seguramente no será tan
agradable como cuando salió del pueblo de Tomelloso.”
La Acción, bajo el título de “UN
VIAJE APROVECHADO, La luz de un proyector”, daba información coincidente, algo
más resumida, de los hechos.
Pocos días habían pasado desde la
detención del “confeso” Caminer cuando ambos periódicos madrileños se
desdecían, a requerimiento del susodicho,
y de cuya rectificación se hacía eco el periódico regional “El pueblo
manchego”. Recogemos la rectificación de
El Imparcial que con el título de “UNA DENUNCIA FALSA”, publicaba:
“En nuestro número del día 11
publicamos una información titulada “El hombre del proyector”, cuyos detalles y
fechas más o menos exactas fueron tomadas por nuestros “reporters” de una
denuncia presentada en la Dirección general de Seguridad.
En dicha denuncia se acusaba a
don Martín Caminer de Merlo de un sinnúmero de fechorías.
Este señor, que fue detenido
en los primeros momentos, nos ha visitado, rogándonos hagamos constar que,
después de haberse comprobado ampliamente por las autoridades judiciales las
falsedades estampadas en la denuncia de referencia, ha sido puesto en libertad,
pues se ha reconocido su inocencia.
Muy gustosos hacemos esta
aclaración, pues posteriormente hemos podido comprobar que D. Martín Caminer de
Merlo es un perfectísimo caballero, incapaz de cometer las fechorías de que se
le acusaba.”
Más brevemente “La Acción”, bajo
el título de “Denuncia falsa” escribía: “Días pasados se presentó una
denuncia contra don Martín Caminar (sic) de Merlo por unas supuestas estafas.
El Juzgado comprobó que eran
por completo falsos los extremos en que se basaba la denuncia presentada, y
puso en libertad al detenido una vez probada su inocencia.
Como se trata, pues, de un
perfecto caballero, nos apresuramos a manifestar la verdad de los hechos.”
Ante tales informaciones y rectificaciones,
nos preguntamos: ¿Cómo pudo presentarse una denuncia falsa con tal cúmulo de
acusaciones y datos? ¿Quién la presentó? ¿La esposa? ¿Realmente abandonada,
acusaba de estafas al marido y no de abandono del hogar? ¿Ataque de celos?,
¿Cómo, en dos días, a partir de la detención, el juzgado correspondiente
comprobó la falsedad de tantos presuntos hechos delictivos cometidos en tantos
lugares, denunciados ante tantos juzgados, de tan variada naturaleza y respecto
de tantos damnificados?
¿Cuál sería la verdad de los
hechos? ¿Existieron los detalladísimos planos del proyector luminoso? ¿A qué se
dedicaba el mencionado Martín Caminer, “hombre de continente marcial y
distinguido”, “perfectísimo caballero, incapaz de cometer las fechorías de que
se le acusaba”, primero llamado Pedro Martín Caminer, y en las
rectificaciones, con segundo apellido, Martín Caminer, o Caminar, de Merlo?
¿Inventor o comisionista de paños?
No tenemos respuesta para ninguna de estas
preguntas. Pero estamos seguros que de haber tenido conocimiento de tamaña
noticia, ¡Qué gran novela nos hubiera tejido García Pavón! ¡Cómo se hubiera lucido Plinio en el
descubrimiento de los verdaderos motivos de la acusación de la que fue objeto
el presunto inventor tomellosero de tan prodigioso ingenio! ¡De un “proyector luminoso”, con el cual se
podía ver el fondo del mar, hasta una profundidad de 1.500 metros! ¡La
profundidad media del mar Mediterráneo! Ya le imaginamos desplazándose con don
Lotario, en el 600, a Ruidera, en pesquisa de datos que alumbraran pistas sobre
la realización de las pruebas luminiscentes en las aguas del nacimiento del
Guadiana y llevando a cabo sus visitas inquisitorias a la esposa, parientes y
vecinos, hasta obtener la confesión de falsedad de la contrita costilla del
inventor y la subsiguiente retirada de la denuncia, o cualquier otro desenlace
inesperado, sólo fruto del “exclusivo” pálpito del Jefe de la Guardia municipal
tomellosera.
Madrid, 7 de noviembre de 2023.
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Sábado, 4 de Mayo del 2024
Lunes, 6 de Mayo del 2024