Antonio Cervantes ha puesto fin a un largo periplo sindical. Los que han acompañado en el día a día a este dirigente de Comisiones Obreras, saben bien de su implicación y entrega en la lucha por los derechos de los trabajadores, de fidelidad a unas ideas y de su capacidad para alcanzar acuerdos. Atrás quedan más de cuarenta años de una frenética actividad que le llevó a numerosas empresas de la provincia, mesas de negociación colectiva, manifestaciones, reuniones…, en definitiva, allá donde hiciera falta arrimar el hombro por los intereses de la clase trabajadora. La Voz entrevista a Cervantes en Tomelloso, lugar donde este manzanareño ha desarrollado buena parte de su actividad y en el que ha tendido muchos lazos de amistad.
-Cuarenta años son muchos ejerciendo el sindicalismo ¿qué sensación le queda cuando echa una mirada atrás?
-Han pasado muchas cosas. Empecé con Jesús Camacho llevando acción sindical y posteriormente estuve dos mandatos con el metal que fue un periodo bastante duro. Luego volvería a acción sindical con Felipe Pérez y después con José Manuel. Y desde el 2016 hasta el 2024 me vine a Tomelloso de una forma permanente. Me vienen a la memoria muchas negociaciones de convenios, reuniones, manifestaciones, visitas a empresas o situaciones tan dramáticas como el accidente de Repsol en Puertollano.
-En Tomelloso ha ejercido buena parte de esa actividad ¿cómo la recordará?
-Ha sido un poco agridulce. Tomelloso necesita un cambio importante en el ámbito de las relaciones laborales. Hay demasiada conflictividad y las cosas no han mejorado a lo largo del tiempo como deberían. La teoría de que esta es mi empresa y se viene con las condiciones que yo marco, sigue vigente en algunos empresarios, aunque tampoco se puede generalizar. Se aprieta con las bajas, con los permisos de paternidad y se da por hecho en algunos sectores como la hostelería que chavales muy jóvenes tienen que trabajar más horas de las que marca el contrato, hay ajustes en el campo o en la construcción que dejan mucho que desear y tristemente se da caña a los inmigrantes cuando son trabajadores muy cumplidores. En mi actividad siempre fui partidario de solucionar los conflictos por las buenas, con diálogo, sin necesidad de interponer demandas o acudir a juicio. Todos debemos poner de nuestra parte para mejorar estas relaciones en las empresas.
-¿Se ha sentido bien acogido en la ciudad?
-Al margen de la tensión de las relaciones, me he sentido integrado y a gusto en esta ciudad. Tengo aquí buenos amigos en todos los sectores y espero seguir manteniéndolos. La gente que pasa por aquí suele ser muy agradecida y yo he intentado brindar una atención cercana a todo el que ha venido.
-¿Es más difícil ser sindicalista ahora que antes?
-Sí. El trabajo de los sindicatos en las empresas ofrece mucha más dificultades. Antes en las asambleas habían mucha más facilidades, se hablaba con los jefes y empleados, se podía entrar con menos formalidades, pero ahora es muy complicado.
-Lo que usted dice, ¿tiene que ver con esa mala prensa que actualmente tienen los sindicatos?
-Puede ser. Desde la crisis del 2008, las expectativas de alcanzar acuerdos para subir salarios han ido decayendo. La movilización es cada vez más difícil y hay un hecho muy claro: la mayoría de los convenios están muy cerca del salario mínimo interprofesional. Afortunadamente se ha subido mucho en los últimos años, un 55 por ciento, de lo contrario muchos salarios estarían por los suelos. Los empresarios, en la mayoría de los casos, buscan un acuerdo a la baja, tardan en sentarse en las mesa y no buscan acercamientos, simplemente, defienden su postura. En los últimos años apenas se han conseguido grandes logros y mejoras, no solo en cuanto a salario, sino del resto de condiciones laborales. Solo se introduce lo que es obligatorio por Ley, pero nos olvidamos de antigüedades, contratos más estables o la reducción de jornada que es una pelea importante en la que estamos ahora. A los sindicatos nos ven más en lo inmediato: una persona que despiden acude al sindicato o un trabajador al que llevan varios meses sin pagarle o por un finiquito. Pero es cierto que la credibilidad de los sindicatos se ha resentido, eso sí, a base de bulos y estereotipos falsos que lanza gente interesada. Los sindicatos siguen siendo muy necesarios para los trabajadores.
-¿De qué logros en su actividad sindical se siente más orgulloso?
-En Tomelloso hemos alcanzado una representación de más del 44 por ciento en las empresas, con unos novecientos afiliados de los diez mil que hay en la provincia. En mi primera época, y hablo de hace más de treinta años, en Tomelloso, UGT era el sindicato mayoritario. Pero logramos dar la vuelta a esa situación. También creo que se hizo un trabajo muy importante en el sector del metal, con buenos acuerdos.
-y…¿en qué estado se encuentra ahora mismo la unidad de acción de los sindicatos de clase?
- La unidad de acción ha sido muy importante de cara a la relación de los empresarios. Hemos negociado muchos convenios con UGT y, a pesar de esa inevitable rivalidad por los delegados y la afiliación, siempre hemos ido de la mano. Lamentablemente, en los últimos años esta unidad se ha resentido y eso no es bueno para los trabajadores.
- El modelo productivo de las economías desarrolladas vive una época de cambios profundos. ¿Qué retos y desafíos tiene la clase trabajadora en este nuevo contexto?
-Son muchos. A las demandas tradicionales se añaden nuevos retos como el tema de la temporalidad. Hay nuevos trabajos que no exigen tanta permanencia en las empresas y eso provoca un cierto distanciamiento de los sindicatos. Pero es un error alejarse de los sindicatos porque a la larga un trabajador siempre va a necesitar la información, el asesoramiento y el apoyo de una organización sindical. Hay retos como el de la reducción de la temporalidad, el trabajo a domicilio o el hecho de pelear contra esa disponibilidad de 24 horas que se exige a muchos trabajadores. Esa precariedad afecta a sectores de la sociedad más vulnerables como los inmigrantes o las mujeres.
- Y el marco europeo en el que nos movemos, cómo ha afectado a los sindicatos?
-La Europa democrática, social, de los derechos ha sido una referencia básica en el mundo laboral. Muchas sentencias de los tribunales europeos han venido muy bien traerlas aquí, porque todas han dado una lectura en positivo a la normativa española. Pero en los últimos tiempos, tristemente, se cuestiona más esa Europa social que era la esencia de los tratados. Ahora con la llegada de Trump, mucho me temo que los vientos soplarán más complicados en temas como la inmigración o esa terrible ola de desinformación que estamos sufriendo actualmente.
-¿Por qué no existe en España una cultura de relaciones laborales de más entendimiento?, al fin y al cabo, empresarios y trabajadores van en el mismo barco…
-Sorprende que personas que antes han reclamado sus derechos como trabajadores, se convierten en empresarios y su visión y actitud cambia como de la noche al día. Resulta paradójico, pero es la pura realidad. Insisto, las relaciones laborales tienen y deben mejorar en las empresas.
-Habla de inmigración un asunto en el que las posturas se están enconando de una manera alarmante ¿no cree?
-Los inmigrantes son grandes trabajadores y en algunos sectores se cometen verdaderas borriquerías ya sea en la duración de la jornada o en el salario. Por supuesto hay que salvar siempre a esos empleadores que ofrecen unas condiciones dignas, que también los hay.
- Otro importante vector de lucha sindical es la situación de las mujeres, ¿que tiene que decir al respecto?
-Con las mujeres trabajadoras las situaciones se han agravado mucho más. El tema de las bajas o cuando se quedan embarazadas provocan situaciones de mucha presión. Si el empresario no se mueve en un código de educación y respeto, la mujer puede sufrir un auténtico suplicio. Me he jubilado y estas situaciones se siguen dando, en Tomelloso y en todos los sitios. También es cierto que hay diferencias según el tamaño de las empresas. En las grandes empresas los convenios se afinan y se respetan mucho más. Pero en las pequeñas muchos trabajadores, sobre todo a partir de la crisis del 2008, asumen que necesitan el trabajo y que tienen que aceptar las condiciones, sean las que sean. Tengo claro que con afiliación, el trabajo de los delegados y, en definitiva, con una mayor conciencia sindical se pueden conseguir cosas.
- Ya fuera de la órbita sindical ¿qué proyectos de vida se trazará a partir de ahora Antonio Cervantes?
- Estoy planteándome las cosas. Mi idea es estar lo más activo posible, andando por las mañanas y disfrutar de los actos culturales que puede haber por las tardes en mi pueblo. Me planteo también hacer algunos cursos de deporte o de la Universidad Popular, aunque todavía no he concretado nada. Los primeros días me los he tomado de vacaciones. Creo que con mayor disponibilidad de tiempo, lo más importante es disfrutar de la familia y de los amigos.
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