Corría el año 240 a.C. era el día 1 de marzo y nos
situamos en el puerto de Siracusa en la costa este de la actual Sicilia. Era un
día importante, se botaba al mar Mediterráneo el flamante barco bautizado como
Siracusia, que el rey Hierón II (270-215 a-C.) encargó construir al arquitecto
Arquias, griego, natural de Corinto, al que se considera fundador de la
propia ciudad de Siracusa, bajo las órdenes del sabio Arquímedes (287-212 a.C.)
que lo diseñó
El barco medía 110 m. de longitud (eslora) y 24 metros de anchura (manga), otras fuentes dan 55 m de eslora. Barco de mercancías y recreo pero también preparado para la defensa. Disponía de ocho torres, podría transportar a 1800 pasajeros entre los cuáles se contaban 600 remeros y hasta 400 soldados y 20 caballos. En su interior había varios jardines, una biblioteca, un gimnasio, un comedor, un templo dedicado a Afrodita, una piscina de agua caliente y otra de agua salada donde se criaban peces para luego servir de comida a los tripulantes y pasajeros. La decoración incorporaba columnas de mármol y mosaicos, se contaban hasta 142 camarotes de lujo, una bodega con vino y un depósito de agua potable. La capacidad de carga del barco estaba entre las 1600 y las 1800 toneladas.
En la parte defensiva del barco Arquímedes se
incluyó la “famosa garra de Arquímedes” que era una gigantesca maquinaria
similar a una grúa que operaba levantando a los barcos enemigos y volcándolos.
Se cuenta que con la madera que se invirtió en su construcción se podían haber
construido hasta sesenta triremos (en griego trirreme), que eran los barcos de
guerra de la época, con 38 metros de eslora y 6 de manga.
La cubierta superior del barco, más ancha
que el resto de la estructura, estaba sostenida por una escultura de
madera del joven titán Atlas bellamente tallada sobre un pedestal. Había
sobre ella, decoraciones en mármol y marfil, y el piso de los espacios públicos
estaba pavimentado con mosaicos que representaban la historia completa de
la Ilíada.
¿Cómo se distribuían los ocupantes? Los
niveles superiores se reservaban para los pasajeros y los inferiores para la
tripulación y soldados. Dado que una nave de esta envergadura dejaría pasar
grandes cantidades de agua a través del casco, el tornillo de
Arquímedes fue utilizado a fin de extraer el agua de la sentina que
era la parte más baja del barco sobre la que se colocaba el timón. Podemos
decir que este barco, a pesar de su corta vida, fue de los mayores construidos
en la antigüedad y sus medidas y prestaciones se pueden asociar los modernos
cruceros
Hierón II le regala este barco al faraón de Egipto
Ptolomeo II Filadelfo (308-246 a.C.), para lo cual carga en él una gran
cantidad de regalos, diez mil ánforas de pescado, seiscientos mil kilos de
lana, sesenta mil medidas de trigo y otros muchos más. En su primera travesía
pone rumbo a la ciudad de Alejandría en donde el mencionado faraón tenía su
residencia. Allí es rebautizado el barco con el nombre de Alexandris por
Alejandría. Si embargo el barco no hizo demasiadas travesías, se dice que quizá
fue una la que hizo, pues pronto se hundió en las aguas del Mediterráneo, quizá
por su envergadura o por una desafortunada tormenta, eso no lo he podido
averiguar.
Con una separación de 2152 años, un día
10 de Abril de 1912 zarpó, desde el puerto Southampton (Inglaterra), el Titanic. El destino unió en
la desgracia y en la grandiosidad a ambos barcos. El coloso de acero no llegó a
su destino, Nueva York, en la costa de Norteamérica, y se hundió a las 23:40
del 14 de abril cuatro días después de
zarpar y a unos 600 km al sur de Terranova, el buque chocó contra un iceberg.
La colisión abrió varias planchas del casco en el lado de estribor bajo la
línea de flotación, a lo largo de cinco de sus dieciséis compartimentos
estancos, que comenzaron a inundarse hasta que el gigante colapsó y se hundió
en las frías aguas del Atlántico. De los 2225 personas que iban a bordo entre
pasajeros y tripulación se salvaron 712 personas.
Banco de imágenes de uso libre.
Volviendo
a nuestro antiguo Siracusia y a su diseñador, quiero dedicarle a éste un
recuerdo, siendo como fue, el más grande sabio e ingeniero de la antigüedad.
Arquímedes era natural de Siracusa, nació en una familia adinerada y tuvo una
buena formación en su niñez y adolescencia. Su padre quiso hacer de un gran
comerciante, sin embargo el decidió dedicarse a inventar máquinas y sistemas
que supondrían un poderoso adelanto en la tecnología de su época.
Representación artística antigua de Arquímedes. Banco de
imágenes libres.
Arquímedes
colaboró con el ejército de su patria en muchas ocasiones inventando máquinas y
artefactos. Fue famosa su actuación en el asedio que el ejercito romano sometió
a la ciudad de Siracusa para hacerla volver al poder imperial, pues se había
aliado con el enemigo cartaginés. Fue en la “segunda guerra púnica” cuando se
produjo el asedio de la ciudad y allí estaba nuestro insigne ingeniero con sus
catapultas, su rayo de calor para quemar las naves y su garra para volcar los
barcos romanos. El asedio terminó por
romperse y las legiones romanas entraron en la ciudad matando, incendiando y
saqueando a las órdenes del general
Claudio Marcelo que advirtió a sus soldados que en caso de encontrase con el
sabio no lo mataran, porque podría prestar grandes servicios a Roma. Sin
embargo uno de los soldados lo encontró en la calle absorto en sus problemas
geométricos y después de discutir con él, intentando llevárselo prisionero,
éste se negó, pidiendo tiempo para terminar su trabajo pero, el soldado perdió
la paciencia y lo atravesó con su lanza. Era el año 212 a.C. y según la
leyenda, las últimas palabras del sabio fueron dichas al soldado que lo
mató fueron: “no toques mis círculos”.
La
fama de Arquímedes como matemático no fue menos notoria que como ingeniero.
Escribió numerosas obras, muchas de las cuales se perdieron en alguno de los
incendios que sufrió la biblioteca de Alejandría, en donde quedaron depositadas
tras su muerte, pero otras, quizá pocas,
se conservaron y fueron traducidas y copiadas por otros autores. He aquí
algunos de los tratados que escribió:
En
el Palimpsesto (texto antiguo escrito sobre otro anterior en pergamino) de Arquímedes sobreviven, aunque
no completos, siete de sus más importantes trabajos. Estos son los títulos de
los tratados rescatados:
Sobre
la esfera y el cilindro I y II, Sobre la medida de
un círculo, Sobre los conoides y
esferoides, Sobre las espirales, Sobre el equilibrio de los planos I y II, El contador de arena, La
cuadratura de la parábola, Sobre
los cuerpos flotantes I y II,
y, por último, El método de teoremas
mecánicos, que no se descubrió hasta 1906, gracias al investigador y
filólogo Johan Heiberg (1854-1928)
Una de las anécdotas que se cuenta de
este sabio fue aquella vez que el tirano de Siracusa Hieron II, ya mencionado,
le encargó averiguar si la corona que le había encargado a su joyero era
verdaderamente de oro o le había engañado. Bajo amenaza de pena de muerte
ambos, el joyero y el sabio, tuvieron que intentar demostrar si la corona era
falsa o no. El sabio, estando tomando un baño, observó que al meterse en la
bañera se derramaba un volumen de agua equivalente al del propio volumen de su
cuerpo y esto le hizo pensar en el fenómeno que experimentan los cuerpos cuando
se sumergen en un fluido, deduciendo que se producía en ellos un empuje hacia
arriba equivalente a la masa de agua desplazada. A partir de este punto,
simplificó la explicación, dedujo que el material de la corona, habida cuenta
de su volumen y densidad, no era oro en su totalidad, sino que el astuto joyero
había tomado un metal nada valioso y lo había revestido de oro. Arquímedes fue
alabado por su sabiduría y el joyero fue ejecutado por su falsa corona.
Se dice de esta leyenda que cuando
descubrió el método para averiguar el verdadero material de la corona, grito,
¡Eureka!, que en griego significa “lo he conseguido”. Este es el origen de la
palabra que a veces usamos cuando damos con una solución.
Termino recomendándoles que se lean la
biografía de este sabio de la antigüedad, no sin antes decirles que fue
enterrado en el cementerio de Siracusa bajo una losa que sus discípulos o él
mismo, no se sabe, diseñaron poniendo una talla en la piedra de un cilindro y
una esfera, para recordar al mundo una famosa ley, enunciada por el mismo, que
podemos enunciar diciendo: El volumen de
la esfera es igual a dos tercios del volumen del cilindro circular circunscrito
a ella.
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Miércoles, 30 de Abril del 2025
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