Cuevas

Larga contramina y altas tinajas de barro en la cueva de Crescencio Ruiz

Carlos Moreno | Viernes, 11 de Julio del 2025
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En el número 20 de la calle Carboneros encontramos la cueva de Crescencio Ruiz Serna, una cueva construida en torno al año 1900 que primer perteneció al abuelo del actual propietario, Manuel Ruiz Ramírez y después a su padre, Crescencio Ruiz González. Los tres llegaron a elaborar vino en una cueva de algo más de siete metros de profundidad que, antes formaba parte de una mayor, pero se partió por una división de la vivienda.

Accedemos a la cueva desde el patio de la casa por un tramo de escalera, que primero es estrecho, conecta primero con una larga contramina y después con el último tramo de escalera, mucho más ancho y con peldaños de cemento en muy buen estado. Cuando pisamos el suelo de la cueva, más alto en su parte central para que haya corriente a los dos lados, y con un pocillo que socorría al vinatero en caso de derrame, nos encontramos con una decena de altas tinajas de barro altas, tanto es así que la gradilla que construyeron para poder acceder a las bocas es también muy alargada. El propietario nos explica que esa gradilla se construyó dentro de la cueva.

Hay mucha autenticidad y raíces en una cueva que  tiene una única lumbrera con desgarre piramidal que enseña una capa de tosca más  bien gruesa. El empotre que une las tinajas está muy bien conservado y el techo aparece en la tosca pura, recubierto con cal y muy pocos desprendimientos.  El hueco de la escalera permite descubrir las distintas capas del terreno, combinándose los blancos con los ocres. Además de la gradilla, encontraremos otros aperos como horquillos, espuertas, serillas, cubos….que vienen a mostrar la evolución de la vendimia, además de una buena colección de bombonas de cristal recubiertas con plástico. 

En un día tan caluroso se agradece la temperatura en torno a los doce grados. Las tinajas están decoradas con unas líneas a modos de paralelos y tienen tapones a diferentes alturas para, como siempre explica el tinajero, José María Díaz, sacar el vino canijo o con mayor cuerpo. Además de José María y el propietario, han acompañado al periodista en esta agradable visita la arquitecta, Ana Palacios y la fotógrafa, Inma Chacón. Todos hemos disfrutado mucho viendo otra joya del subsuelo de la ciudad.   


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