Por los suelos, ese es el
lugar donde sigue permaneciendo la paja después de cosecharse el cereal hace
más de un mes. Una imagen inusual por estas fechas, que otros años se
encontraba ya empacada o retirada del pedazo, parcela, finca…o como las quieran
ustedes llamar. Parcelas con la paja aún sin recoger, esperando a que algún
despistado o el viento la esparza y complique aún más su improbable recogida.
Este es el panorama post cosecha que presenta nuestro campo español, en
especial las dos Castillas.
Pero no es sólo este
producto residual el que se encuentra tirado, no en el suelo, sino en los
precios. El precio del trigo, por ejemplo, presenta una depreciación de la
quinta parte desde hace dos años, la avena adolece de una disminución en su
valor mucho mayor, situándose en la mitad que en el mismo periodo… y así
podemos decir de la cebada, avena, triticale…algo que para nosotros los
agricultores resulta ser una vez más, un negocio ruinoso. Si a esta penosa y
reiterada circunstancia, que esto es un auténtico rosario de afrentas
económicas, añadimos los recortes de la PAC, la ilusión por seguir cultivando
estos bienes primarios, necesarios para comer, se está desvaneciendo por
momentos.
La cosecha de este año ha
sido buena, el año pasado también lo fue. Sin embargo, la esperanza de
resarcirse de pérdidas pasadas y de amortizar préstamos contraídos, de momento
está paralizada debido a los precios tan rastreros que cada semana aparecen en
las Lonjas. De manera que pareciera existir un techo maldito de ganancias que
no es otro, que, en el mejor de los casos, "empatar los partidos".
Porque si antes se decía
que “el cereal es paja mientras no entra en el granero”…ahora habría que decir
que calidad de una cosecha no se evalúa por los kilos cosechados
almacenados en el granero…sino en el precio, en los euros depositados en las cuentas
de Cajas y bancos.
Las causas de esta situación podrían estar en la cantidad de grano habido ante
una demanda estacionada, pero las importaciones resultan ser las responsables
de esta precaria situación. Una vez más, la agricultura como barata moneda de
cambio, algo que ya escribí hace nada menos que diez y seis años bajo el
título: “La agricultura, en el subsuelo” y del que reproduzco unos
párrafos:
“El subsuelo es como
ustedes saben lo que yace inmediatamente debajo de la capa arable del
suelo, por lo tanto no es visible. Habría que titular entonces a este escrito:
”La Agricultura está en el suelo” pues es donde se siembran, germinan y crecen
todos los cultivos y el subsuelo quedaría para el hallazgo y explotación de
minerales u otras materias. Podría titularlo así pero entonces tendría que
decir: La Agricultura está por los suelos, frase con un significado muy
distinto.
La agricultura en
España siempre ha sido la cenicienta del cuento, la gran perjudicada desde no
se sabe cuándo, año tras año. Precios de los cereales que llevan fluctuando
entorno a las veinte de las antiguas pesetas desde hace que yo recuerde,
veinticinco años al menos. Moneda de cambio barato para otras transacciones en
el exterior y plataforma silenciosa para el negocio de intermediarios”.
Y así, seguimos para
desgracia de nuestro sector primario.
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Martes, 12 de Agosto del 2025
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