“El discurso de la venganza es a menudo un precursor de exterminio o eliminación, el cual ha sido amplificado por las tecnologías digitales y la inteligencia artificial”.
El mundo es un escándalo permanente. Hay que poner orden y hacer
justicia, desarmarse y armarse de vida, salir de nuestras propias
contrariedades y activar la ejemplaridad de los espacios armónicos. El riesgo
nuclear continúa ahí, más latente que nunca, a pesar de que su legado de
ensayos sólo haya traído destrucción, provoque desplazamientos y contamine.
Desde que empezaron en 1945, se han ejecutado multitud de pruebas, dejando
consecuencias devastadoras, pero de nada nos ha servido. Por desgracia, aún no hemos
aprendido a entendernos sin defensas, a sustentar los principios de humanidad
despojados de absurdas contiendas y a protegernos mutuamente, socavando los
cimientos de la confianza, la estabilidad y la paz mundiales.
Ciertamente, estamos más guerreros que nunca, en este mundo
masificado donde no dejamos de jugar con fuego, haciendo prevalecer los
intereses individuales y debilitando la dimensión comunitaria de la existencia.
Por otra parte, el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos nucleares,
continúa siendo el único instrumento jurídicamente vinculante acordado
internacionalmente para poner fin a todos los experimentos agonizantes. Su
entrada en vigor, pendiente desde hace tiempo, es fundamental; pues, en esta pugna
de enfrentamientos, vencer pasa a ser sinónimo de batir, hasta el extremo de no
dejar piedra sobre piedra. Cuesta creerlo, pero es así, nos hemos vuelto
insensibles a cualquier forma de cataclismo.
El diario de hecatombes es el mayor virus contra el espíritu
humano. ¡Que poco cuesta construir castillos en el aire y que costoso es su destrozo!
Desde luego, a medida que eliminemos progresivamente los aparatos más mortíferos
del mundo y sus componentes, haremos más complicado ejecutar ataques
terroristas con equipos de destrucción masiva. En consecuencia, son tantas las
afrentas que nos dejan sin aire, para llevar a buen término el proyecto de
fraternidad, inscrito en la vocación de la familia humana; que, la mentalidad
del miedo y la desconfianza, lo único que crea es un terreno fértil para las
mafias. Porque ellas, realmente, se afirman como protectoras de los débiles,
mientras lo que persiguen son intereses criminales.
Me niego, por consiguiente, a formar parte de una pedagogía típicamente cruel y engañosa. El discurso de la venganza es a menudo un precursor de exterminio o eliminación, el cual ha sido amplificado por las tecnologías digitales y la inteligencia artificial. Sea como fuere, la apuesta tiene que ser muy distinta; debemos invertir en la maquinaria de la concordia, no en la de la discordia. El compromiso nos incumbe a todos, trabajar por un mundo libre de artefactos, desarrollando estrategias que nos acerquen, al menos para prevenir contiendas con el empleo de instrumentos químicos y biológicos, combatiendo tanto el emplazamiento de escudos en el espacio ultraterrestre, como el uso de defensas autónomas.
La rendición de cuentas también desempeña un papel fundamental en
la prevención y exige un apoyo coherente a los mecanismos internacionales, a la
hora de abordar las causas profundas, que niegan el derecho a la existencia de
un grupo humano, siendo reconocido como una pérdida cultural y humana
significativa, incluida la incitación al odio y la discriminación sistémica.
Para empezar, todas las potencias nucleares del planeta deben de cambiar de
objetivos, tomar otros propósitos vivientes y dejar de poner en entredicho el
futuro de la humanidad. Indudablemente, lo que tiene un valor constructivo y
reconstituyente no es el pan, sino la paz; como tampoco lo son las armas, sino
las almas vestidas y revestidas en olmos con ramas como puentes, sin muros que
nos ahoguen.
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Jueves, 28 de Agosto del 2025
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