En 2020, en Jerez, cuando estabas mostrando la versión más sublime de tu carrera, una caída cambió todo. Un brazo roto, operaciones, recaídas, un año en blanco. Regresaste en 2021 con victorias, pero el cuerpo no respondía. En 2022, otra cirugía titánica: tu húmero rotado para darte una última bala. Pero la Honda que te dio gloria ya no estaba a tu altura, y tú caíste más veces de las que quisiste recordar. Señalado, criticado, con rumores de retiro… hasta tu propio abuelo te dijo que quizá ya era suficiente.

Pero tú no lo aceptaste. Apostaste todo: renunciaste a Honda y a un contrato millonario, elegiste una Ducati satélite para demostrar que la velocidad seguía ardiendo en ti. Y lo lograste: poles, victorias, podios… hasta que el plan se cerró con tu fichaje por el equipo oficial Ducati, la mejor moto de la parrilla.

Y así llegamos a 2025. Un año en el que no solo has ganado: has arrasado. Una decena de victorias, incontables podios, dominio absoluto. No es solo un título más: es el título de la redención. El que consagra tu viaje desde la oscuridad hasta la gloria.

Hoy, Marc, alcanzas la cima, tal vez con lágrimas en los ojos. Has igualado al mito de Valentino y estás preparado para superarlo, sino es que ya lo has superado. Con perdón, Dottore: el mejor piloto de la historia ya tiene nombre y apellidos.

Marc Márquez, el hombre que se negó a rendirse.