Opinión

Ciri está acatarrado

Joaquín Patón Pardina | Sábado, 4 de Octubre del 2025
{{Imagen.Descripcion}}

—No debía haber venido esta tarde al café, pero me ha podido la necesidad de vernos y charlar de nuestras cosas, que al fin y al cabo son reflejos de la sociedad. Tengo un constipado de marca. Además, he pedido cita en el centro de salud y me dan para dentro de 15 días, a urgencias no me gusta ir, porque necesitas horas para que te atiendan y puedes traerte algo más que el resfriado que llevas, es que no contratan suficiente personal sanitario. Así que estoy a base de “juanolas” y vahos de eucalipto preparados por mi mujer.

Así se presenta Ciri con su pañuelo blanco de tela protegiéndose la boca por los estornudos impertinentes. Me sorprende la voz parecida al trasnochador de fiesta, que palpa la puerta de su casa al amanecer, en intentos fallidos de colocar la llave en la cerradura; es como de un bajo desentonado profiriendo “gallos” sin parar.

No le falta una rebeca al hombro con misión no sé si de elegancia refinada o de protección inservible, puesto que la temperatura es propia del “Veranillo de San Miguel” o para los menos beatos “del sol del membrillo”.

Se me ocurre después de habernos sentado y dar buena cuenta de las magdalenas sugerirle la noticia de la flotilla internacional por la liberación de Gaza. Me ha respondido entre toses, carraspeos  y ahogos:

—¡Por favor, por favor, de eso no, de eso no!

Obedezco fielmente. Rebobino ideas con la pérfida intención de que, como apenas puede hablar mi amigo, voy a hacer yo todo el gasto de saliva en la charla. Se me pasa por la cabeza recordarle el repaso que dio el Atlético al Madrid el sábado anterior, pero sería demasiado sangrante; es merengue desde antes de nacer y cada vez más “cérrimo”, comenta él a veces con afán hacer reír.

No me extraña que haya respondido tan tajante el compañero, lo entiendo. Hay tal manipulación política con este acontecimiento que el utilizar un determinado adjetivo o sustantivo es suficiente para que te tilden de izquierdas o derechas: Si para denominar esos sucesos utilizas la palabra genocidio eres de izquierdas y si por el contrario guerra eres de derechas. Este nivel de estupidez y tontería,  gilipollez, en jerga manchega que es más contundente, solo puede ser superado por un nuevo dictador ideológico, surgido como hongo obtuso, usando las redes sociales como látigos contra esclavos subyugados.

—Bueno, Ciri, vamos a disfrutar de nuestro rato y del soberbio café que tenemos delante.

—Me parece excelente —responde el compañero con la voz casi recuperada—. Hace un par de semanas recordábamos a Diógenes de Sinope con la frase aquella del asno. Me resultó interesante el personaje y ayudado por el mayor centro intelectual que tenemos a golpe de dedo, o sea, internet, busqué información sobre él. Qué interesante su vida, su comportamiento y su talento. Encontré también frases suyas, pero hubo una que no llegué a entenderla del todo. Espera un instante.

Como en otras ocasiones Ciri rebusca en su móvil y tras varios toques táctiles lee:

—«El insulto deshonra a quien lo infiere, no a quien lo recibe.» Según mi experiencia cuando me han insultado, sí me han ofendido, y me ha puesto de un genio que…

—Evidente, compañero, tu enfado está justificado al completo, pero si lees la frase otra vez, observarás que no habla de ofensa al insultado.

—Pues explícate porque no te veo muy clarividente —replica mi amigo con intención picajosa, para espolear la conversación.

—Atiende discípulo querido —le respondo con retintín, observo que va remitiendo su constipado por momentos—. Cuando una persona insulta es porque quiere hacer daño a su oponente. Se sitúa enfrente como enemigo, queriendo hacer daño. No utiliza instrumento material como lo harían nuestros ancestros para imponer su idea. Usa palabras como si fueran armas.

—Hasta ahí comprendido —interviene mi oyente.

—Por qué dice Diógenes el insulto “deshonra a quien lo infiere”, pues porque el insultador no encuentra o no sabe utilizar otros argumentos intelectuales de convencimiento o aprobación de sus ideas. Con lo cual demuestra la poca inteligencia, distintivo esencial de los humanos,  desparpajo o saber hacer que tiene, para relacionarse con sus semejantes.

—He de ser más inteligente que quien me insulta, para no reaccionar de modo aireado que es lo que pretende. Añadiendo gran cantidad de estoicismo del bueno, para no partirle la cara.

—No ves, Ciri, ya te ha salido la vena neurasténica violenta —le respondo con tono suave de reproche, al modo de monje franciscano llamando a personal arrepntimiento y con suficiente cachaza añado—, tranquilidad, aplomo, quietud…

Nos reímos con gana. Descubrimos que en el sustrato de nuestras aparentes discusiones o tomaduras de pelo persiste indeleble una gran confraternidad.

—Me está tentando una visita para recoger un par de  helados por este tiempo tan agradable  —comento al amigo—, pero debido al gravísimo catarro que tienes podemos cambiarnos por unas copas de anís tomellosero.

—Así sea —concluye Ciri juntando las manos como si en misa se sintiera, animando los ojos con un alegría complaciente. 

289 usuarios han visto esta noticia
Comentarios

Debe Iniciar Sesión para comentar

{{userSocial.nombreUsuario}}
{{comentario.usuario.nombreUsuario}} - {{comentario.fechaAmigable}}

{{comentario.contenido}}

Eliminar Comentario

{{comentariohijo.usuario.nombreUsuario}} - {{comentariohijo.fechaAmigable}}

"{{comentariohijo.contenido}}"

Eliminar Comentario

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter
  • {{obligatorio}}