Esta
noche me es presente
aquella
otra de hace
tantas
olvidadas lunas.
Te
recuerdo toda yo,
encendida
y melancólica,
con
el sabor amargo
que
levanta el fraude del amor.
He
pasado por muchas camas
mas
no me detuve en ninguna.
Muchos
hombres arrugaron mis sabanas
más
ninguno hoyó mi almohada.
Me
susurraban lesbiana
los
machos a los que
fría
me entregaba; pero,
¿cómo
dejar entrar en mis
sueños a quién me pagaba
por una hora de cama?
Tus
manos transparentes
rozaron
las sienes;
el
pelo lacio: ¿de qué color lo tienes?
Boca,
nariz, frente, párpados
que
visten los ojos ...,
Todo
fue despacio y calladamente.
Traspasada
la barrera
de
las interrogaciones nuevas,
me
abandoné toda entera
como
una virgen en primavera.
Muchos
hombres tomaron
con
arrogante derecho
mi
cama,
pero
tú llegaste a donde
quedó
guardada mi alma.
Nada
quedó oculto a tu vista;
desnuda
en tus brazos mi esencia,
desnuda
y sin pijama.
¿Cómo
pudiste ver, con tu extraña
mirada, a esta mujer tan vejada,
de
tanto amor y libertad
necesitada?
Rompiste
las reglas del juego
donde
solo importa el poseer
y
si te he visto no me acuerdo.
Solo
ven un trozo carne,
placer
para el mejor postor.
Todo
era viejo veneno
antes
de que tú llegaras;
hastío
placentero
que
al olvido de la estima
más
abajo y más profundo
me
llevaba.
¿Cómo
hiciste para encender
mi
escondido fuego?
¿Cómo,
si ni yo misma creía
poder
creerlo?
Mis
pechos, blancas palomas
en
las yemas de tus dedos
al
braille acostumbradas.
Sin
oscuridad que oculte
los
cómplices mensajes.
¡Oh
cada caricia, cada beso!
Escríbeme
un paisaje donde
atrapar
en mi vientre el sol.
Y
la noche se queda corta;
aburridas
se marcharon
las
estrellas.
La
aurora se cansó de ocultarse.
La
noche de tus años te enseñó
a
caminar despacio,
sin
apresurarte.
Así
me amaste, así me llevaste.
A
beber sorbo a sorbo,
a
nacer en cada instante.
Y
la tarifa iba subiendo
sin
yo preocuparme
porque
me iba cobrando
con
solo mirarte
y
descubrir que me hablabas
como
alguien a quien amas.
Otros
eran mis clientes,
mis
usadores cobardes.
pero
tú solo eras
mi
buen y delicioso
amante.
Cúbreme
de estrellas
cuando
me arropes con
la
liviana manta.
Creo
que ella, al cariño
de
tus manos,
también
quiere contigo
quedarse.
Soy
una mujer ligera,
ya
te lo dije antes.
Tú,
que mis palabras no creías,
quisiste
desenmascarar toda la mentira:
que
yo, no solo traficar con mi
cuerpo
podía.
Pude
sentir el amor,
pude
sentirme querida.
A
tu boca, a tus manos
quedé
toda rendida.
Oh,
vida mía,
¡Quién
pudiera volver a verte
algún
día!
Yo
soy la prostituta;
tú,
el ciego que lentamente
extiendes
las sábanas
con
mirada extraviada.
Pero
¡qué daría porque
de
nuevo me tuvieras,
de
nuevo me acariciaras!
Sueño
la noche,
la
noche en
la
que yo a ti
me
regalara.
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