El proyecto para instalar una planta de biometano a unos 15
km del casco urbano está provocado opiniones contrapuestas —algunas
polarizadas— entre promotores, vecinos, políticos y expertos. Lo que para unos
es una oportunidad energética y medioambiental, para otros podría convertirse
en un riesgo socioambiental de gran calado.
¿Qué plantea el proyecto?
La planta proyectada aspira a transformar hasta 227.000 toneladas al año de residuos orgánicos —como vinazas, estiércol y aguas de
limpieza de bodegas— en biogás, que tras un proceso de purificación se
convertiría en biometano. Según el Ayuntamiento, esta tecnología es una vía
para aprovechar subproductos locales ligados a la agroindustria, reducir
emisiones y ofrecer una salida más limpia a los desechos.
Voces a favor: argumentos técnicos, económicos y
ecológicos
Equipo de Gobierno (Ayuntamiento de Tomelloso)
El alcalde Javier Navarro y su equipo defienden que los residuos que genera Tomelloso son más que suficientes para abastecer la planta, negando que haya que importar materia prima de fuera. Navarro también afirma que el Consistorio no ha firmado ningún acuerdo vinculante aún; la decisión final, dijo, recae en la Junta de Comunidades. Agregó que han tenido “más de 15 reuniones” con agentes locales (cooperativas, bodegas, agricultores, vecinos) para informar y escuchar sensibilidades.
Expertos técnicos
En La Voz de Tomelloso, el catedrático Ángel Fernández Mohedano (Ingeniería Química) y el consultor Vicente Galván defienden que la tecnología propuesta es madura, segura y perfectamente regulada. Según ellos, Tomelloso tiene tres veces más residuos de los que la planta necesita, y los camiones que transportarían esos residuos ya circulan hoy, por lo que el tráfico no aumentaría de forma significativa. Añaden que el digestato resultante puede convertirse en fertilizante orgánico, reduciendo olores, emisiones y uso de abonos minerales.
Sector agrario y empresarial
Entidades como ASAJA Tomelloso respaldan el proyecto por su potencial para transformar desechos agrícolas en energía y fertilizante. También la Asociaciónde Empresarios de Tomelloso ha mostrado simpatía por la iniciativa, señalando beneficios económicos, generación de empleo y la oportunidad de posicionar al municipio en la transición energética.
Beneficios climáticos y medioambientales
Benjamín de Sebastián, concejal de Servicios al Territorio, ha destacado que la planta evitaría emisiones equivalentes a las de 60.000coches al año si produce biometano para inyectar en la red de gas. Además, subraya que la instalación permitiría reducir azufre y nitrógeno en los residuos actuales, contribuyendo a una mejor gestión de nitratos en el acuífero local.
Críticas y preocupaciones: los escépticos llaman a la
precaución
PSOE local
El Grupo Municipal Socialista ha criticado la falta de transparencia del proyecto. Su portavoz y exalcaldesa, Inmaculada Jiménez, acusó al alcalde de actuar “como comercial de la empresa” y ha pedido una consulta ciudadana. También denuncian que no se han presentado a la oposición informes técnicos completos, pese a que el ayuntamiento podría tener capacidad para frenar parte del proyecto mediante sus competencias urbanísticas.
Plataforma Stop Biometano Tomelloso
Este colectivo ciudadano, fundado recientemente, ha
organizado reuniones informativas para advertir de los riesgos que, a su
juicio, conlleva la planta: salud, suelo, contaminación, tráfico pesado y
especulación. En su presentación
pública, los portavoces han criticado la “falta de información fidedigna” y han
puesto en duda a la promotora (Azora), calificándola de “fondo especulador”.
En una asamblea celebrada en Arenales de San Gregorio, más de 200 vecinos respaldaron su rechazo. Allí se expusieron estudios que apuntan a que solo un 5 % de los residuos tratados se convierten realmente en biometano, y el resto —el digestato— debe gestionarse cuidadosamente. Alertaron también de la posible concentración de residuos en la zona y del impacto reputacional para la viticultura local.
Asamblea de Izquierda Unida
Izquierda Unida (IU) en Tomelloso ha expresado numerosasreservas sobre el proyecto de la planta de biometano. Según su asamblea local,
“hay más dudas que certezas” en torno a la iniciativa, y muestra un claro
desacuerdo con su progreso en las condiciones actuales.
Máximo Florín (experto ambiental)
El profesor Máximo Florín Beltrán, de la UCLM,
coincide en parte con los críticos: su principal preocupación es la escala
del proyecto. En su análisis en La
Voz de Tomelloso denuncia que no se ha dado suficiente información pública para
hacer un juicio riguroso, y que el modelo planteado podría no responder a una
economía circular genuina, sino más bien a un negocio energético. Según él,
solo una parte ínfima de lo que entra se convierte en biometano, mientras que
el resto —el digestato— podría suponer retos para su gestión posterior.
ACUADA (asociación ambiental de la comarca)
Otro actor crítico es ACUADA, que advierte de un “grave riesgo
medioambiental”: la planta estaría muy cerca del acuífero 23, y podría
facilitar la llegada de purines de otras zonas, lo que aumentaría la presión
sobre el agua, el suelo y el paisaje. El digital de Tomelloso y La Mancha
¿Quién decide? El laberinto de competencias
Un punto central del debate es quién tiene la última
palabra. El Ayuntamiento de Tomelloso alega que, aunque informa y mantiene
reuniones, no ha firmado ningún convenio con la empresa promotora. Por su parte, la Junta
de Comunidades es el órgano que debe autorizar la planta y declarar (o no) el
proyecto como prioritario.
La delegada de la Junta, Blanca Fernández, ha
insistido en que la construcción de la planta dependerá de “informes económicos
y urbanísticos favorables” del Ayuntamiento, lo que deja cierta responsabilidad
compartida.
¿Y ahora qué?
El debate en Tomelloso es intenso y no parece que vaya a
resolverse a corto plazo. Por un lado, los defensores promueven la idea de una
industria limpia, circular y generadora de empleo; por otro, los escépticos
exigen más datos, garantías y participación ciudadana.
Para que este proyecto avance
con cierta legitimidad social, muchas voces coinciden en que se requieren, transparencia
total, publicación de todos los estudios técnicos (residuos, impacto
ambiental, tráfico, emisiones). Participación ciudadana: foros,
comisiones o incluso consultas para que los vecinos decidan con criterio. Y un plan
de seguimiento y control: protocolos claros para la gestión del digestato,
del tráfico y del cumplimiento normativo.
El futuro de Tomelloso podría verse transformado por esta
planta, si se gestiona bien, puede ser
un ejemplo de transición hacia una economía circular; si no, podría
consolidarse como todo lo contrario, en un modelo que genera más preguntas que
soluciones.
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Miércoles, 19 de Noviembre del 2025
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