El maniqueísmo fue una antigua
religión persa, fundada por Manes, en la cual solo cabía una interpretación
dualista de la realidad y de la existencia. El Bien, representado por la
Luz/Dios, y el Mal, representado por la Oscuridad/Materia, con indudables influencias
platónicas. De manera que en la visión del mundo solo cabía una interpretación
simple de las cosas, sin matices, absolutamente dogmática y tendente al
autoritarismo; puesto que quien tenía acceso a la Verdad estaba legitimado para
absolver o condenar las conductas ajenas.
Pues bien, por increíble que parezca,
el maniqueísmo laico se ha puesto de moda, en pleno S.XXI, junto a su
inseparable pareja la polarización. Para hacer justicia, y no sectarismo,
reconozcamos que esto no afecta solo a un sector ideológico, aunque ciertamente
la ultraderecha se nutre de ambos con mayor fruición y fe que nadie.
Pero hemos de reconocer que este tipo
de actitudes son cada vez más abundantes también entre nosotros, las personas
que nos decimos progresistas, y sí, probablemente es una reacción a la
agresividad ajena, pero eso no nos exime de responsabilidad.
Así pues, en este contexto, hay que
señalar al enemigo, léase: la “feminazi”, el “ilegal”, el “zurdo”, el “facha”,
el negro, el homosexual, las tránsfobas, los traidores… y así, hasta el
infinito en acusaciones y vetos cruzados que, primero, nos “deshumanizan” para,
posteriormente, silenciarnos mutuamente. Eso en el mejor de los casos, porque
muchas veces también sirve de base para humillaciones, insultos y vejaciones
solo por ser “tal o cual cosa” definidos con una etiqueta que te ha puesto
alguien y de la que, muchas veces, no eres consciente.
Así las cosas, y alimentados por
cientos de algoritmos, los seres humanos nos movemos en las redes
alimentándonos de nuestras propias ideas y desechando las demás. Porque los
matices, la escucha o el cuestionamiento de determinados “dogmas” sirve para
que alguien, en uno u otro sentido, se te tire a la yugular.
Personalmente vivo esto con
desasosiego, porque tanto ruido y maniqueísmo nos está llevando al odio social
que tantos desastres ha traído a lo largo de la historia de la humanidad. ¿Eso
es lo que les espera a mis hijos? Me niego, y ya anuncio que voy a luchar
contra esta tendencia, aunque me depare enemigos en los dos bandos en los que
inexorablemente nos estamos colocando.
Que nadie confunda esta reflexión con
equidistancia, porque soy una socialdemócrata convencida, sino con una manera
de ver la vida más llena de colores y matices en la que cabemos todas las
personas que respetamos a las demás personas, las demás deberán encontrar ahí
su espacio y las recibiremos con los brazos abiertos.
Eso es en lo que creo, esa es mi fe.
Blanca Fernández Morena
Vicesecretaria general de la Ejecutiva Provincial del PSOE de Ciudad Real
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