Opinión

Ensayo del susto

Elena Silvela Martínez Cubells | Jueves, 31 de Mayo del 2018
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Siempre se trató de él. Un son sin fin que se repite a intervalos regulares. Cómo odia esos puñeteros segundos que transcurren, unos tras otros, sin compasión. Sabía que tenía que llegar, pero en verdad no lo supo bien hasta que llegó. Se le aceleró el corazón. Impresionante órgano humano, recorre toda su extensión de fuerza en milésimas de segundo.

Supo entonces lo que antes intuía. Estar preparado es una hazaña tan imposible como prever lo imprevisible. 

Escuchó la sentencia en pie. La voz modulada le pareció un grito lanzado a sus espaldas. Las rodillas flaquearon, pero él no. ¿Y qué esperaba? ¿Piedad? ¿Piedad donde no había empatía? La esperanza nubla la jerarquía de los sentidos. Miró a los ojos de quienes tenía de frente y no pudo encontrar rastro de amabilidad. Entró en pánico.

Una gota de sudor caía por detrás de su oreja izquierda. Tan densa como el silencio que sobrevino. Hizo ademán de frenarla. Se quedó en ello, ademán. 

El absurdo tiempo. Incontestable. 
Qué poco respetamos el tic tac que no cesa.

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