Sus dedos son un baile de metáforas
buscando el aire cálido del Sur.
La pianista, con su pelo ensortijado,
se debate entre su fuerza y su sensibilidad.
Interpretando a Chopin,
sus ágiles dedos, acompasadamente,
hacen vibrar esa música
que calienta el alma;
dedos que danzan “allegro”
sobre las teclas del piano;
pasamos a imaginar un revuelo de aves
en su trayectoria alegre al pasar;
sentida y elegante danza
que transporta, ahora, a la ciudad;
paseos por bulevares, al final de otoño,
acercándonos a Navidad.
Un coro de pájaros en eterno vuelo,
canciones del folclore armenio,
origen de su vida,
con el tintineo gracioso
de las campanitas de sus dedos
con un “pizzicato” que huele a campiña.
Con el baile de gacela de sus dedos,
juguetea con las teclas del piano
produciendo sonidos de gotas de lluvia
cayendo en otoño, pausadas y leves,
aumentando su ritmo “in crescendo”.
Ritmos ligeros que aumentan su intensidad
golpeando con energía las puertas del alma
sacando brillos de fuerza y verdad.
Amalgama de sones brillantes y seguros
aunando las teclas en cada compás.
Y en medio de esta sutileza,
majestuosamente,
sus manos, rozando aún las teclas,
dejan de interpretar.
Se llena el ambiente de notas
que se transforman en aplausos
que alternan con flores
en una magia otoñal.
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Martes, 23 de Abril del 2024
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