Cuevas

Grandes tinajas de barro y una escalera girada en la cueva de Eladio Serna

Ana Palacios | Viernes, 3 de Junio del 2022
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La cueva número 106 que visitamos es la de Eladio Serna Correas y Juana Serna Cepeda. Una pequeña confusión con el número de la calle Manterola ha provocado que los periodistas no podamos ver la cueva, pero nuestros lectores tendrán el reportaje gracias a Ana Palacios, autora del reportaje fotográfico y de muchos apuntes que anota con su aguda observación profesional y también a José María Díaz que, como siempre, ha aportado interesantes datos sobre la construcción. El propietario nos habla  de un jaraíz que se suprimió al hacer la casa y recuerda con nostalgia una tienda próxima que tuvo la familia y la cueva hacía la función de almacén.

Cuenta Eladio que el primer propietario de la cueva fue el padre de su suegro Casto Serna Lara. A la cueva se accede desde un porche y el primer tramo aparece en forma de abanico por una reforma que se llevó a cabo para hacer un baño. A excepción de estos cinco primeros peldaños que giran, el resto de la escalera es totalmente recta.  Las paredes están encaladas y los peldaños son de cemento. Poco antes de llegar abajo vemos una fresquera a mano izquierda. 

La cueva alberga doce tinajas de barro de 400 arrobas de capacidad cada una. El techo aparece en la tosca y por este motivo no es uniforme. Está horadado por una lumbrera de forma circular que era por donde bajaban las tinajas. Después construyeron una bóveda de piedra y barro que presenta un curioso aspecto en forma de escamas, algo que según explica José María, es porque el barro estaba blando y quedó algo colgandero, produciendo esas curiosas formas. Se encalaron las paredes de la escalera, pero no el resto de la cueva, que presenta esos tonos ocres de su estado primitivo que le dan tanto encanto.

Las tinajas están sobre un poyo y son altas, de las mayores que se hacían con barro. Muchas de ellas están decoradas con unos cordones y son de forma desigual, unas son más panzudas y otras más espigadas. Están unidas por un empotre que está pintado en blanco.

La cueva tiene justo en medio un pilar de ladrillo con dos pies y dos arcos en la parte superior. Se hizo para reforzar la construcción, aunque Ana Palacios considera que no hubiese sido necesario puesto que la tosca está limpia, en perfecto estado. La altura de la construcción es de siete metros y se mete en unos tres  metros y medio a la calle. 


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