El Boletín Oficial del Estado publicaba este pasado lunes la
lista de aprobados, entre los juristas de reconocida competencia con más de
diez años de ejercicio —el conocido como cuarto turno— que han superado el
proceso selectivo para el acceso a la Carrera Judicial por la categoría de
Magistrado. En esa nómina se encuentra Juan José Losa Benito, reconocido
abogado de Tomelloso y profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Aunque se pide un mínimo de diez años, la mayoría de los que
se presentan tiene más de veinte años de servicio; casi todos jueces, fiscales o
letrados de la Administración de Justicia. Fueron 45 las plazas convocadas para
toda España, con tres turnos, Civil, Penal y Mixto a las que optaban más de 700
personas. Una oposición difícil, no solo por el número de aspirantes sino por la
preparación de los candidatos, con al menos una década de ejercicio.
Se le ve ilusionado a Losa, que se siente con energía y
recorrido. A la edad en que muchos miran de reojo a la jubilación, el letrado
cambia de trabajo y comienza un nuevo destino laboral. Su ejercicio ha sido el
primero en el turno Civil y el todavía abogado ha quedado el 11 de 45
aprobados.
—¿Ha sido muy dura la preparación?
—La convocatoria se publicó en otoño de 2020 y me animé a presentarme.
Lógicamente, busqué un grupo de preparación. Han sido dos años continuados, preparando
ejercicios y tratando de actualizar la jurisprudencia en todos los temas
posibles, sobre todo en Civil. Como el ejercicio importante era elaborar un
dictamen sobre un caso práctico, es decir, haciendo de juez, todas las semanas emitía
veredictos con el grupo de estudio. Han sido dos años duros, sin dejar el
despacho, manteniendo la docencia en la universidad y preparando la oposición.
Dos años sin fines de semana ni vacaciones.
—Porque usted compagina el ejercicio del derecho con la
docencia…
—Soy profesor asociado de la Universidad de Castilla-La
Mancha desde 1994. Veintiocho años ya en la Facultad de Derecho de Ciudad Real.
Con la docencia he continuado hasta ahora.
—Debe sentirse contento por aprobar una oposición tan
exigente, ¿no es así?
—Primero, porque cuando preparas esto sabes que el nivel es
muy alto, aunque confíes en ti. Además, la oposición consta del concurso de
méritos y un ejercicio, el mío fue el que obtuvo la puntuación más alta es la
especialidad de Civil, que fue a la que me presenté. Para mí fue un orgullo en
ese sentido. Al final he quedado el cuarto del turno Civil y el 11 de 45 en la
general en la que se cuentan también los méritos. El hecho de aprobar, después
de veintidós años de ejercicio del Derecho es como el colofón a mi carrera
profesional.
—¿Siempre ha querido estar al otro lado de la sala?
—La judicatura me ha llamado la atención y por distintas circunstancias
no ha estado en mi proyecto de vida. Cuando salió la convocatoria vi que podía
superar la fase del concurso de méritos y ya solo era cuestión de preparar el
ejercicio para competir con los demás. Me anime a hacerlo; si me quedan diez o
doce años de vida profesional el terminarla en la judicatura es como un broche
final.
—¿Qué pasos le faltan hasta que pueda vestir la toga con
puñetas?
—El 12 de septiembre comienza la fase práctica y estaremos
un mes en la Escuela Judicial de Barcelona. Después, dos meses en prácticas en
algún juzgado y luego saldrán las vacantes para pedir los destinos. Quien haya
obtenido mejor número tendrá preferencia sobre otro compañero. Previsiblemente,
para principios de 2023 estaremos tomando posesión.
—La justicia esta muy denostada, ¿cómo ve esa
circunstancia desde dentro?
—Lo que se ve desde dentro es que hay personas muy
comprometidas. Tanto jueces y fiscales u otros cuerpos como abogados y
procuradores son personas que con bastante entrega y dedicación están en el día
a día, pero con una compensación económica que no siempre es la adecuada.
Lo que pasa es que lo cotidiano no es noticia, si de cada
cien asuntos, noventa o noventa y cinco funcionan dentro de la normalidad, lo
noticiable es otra cosa. Pero, insisto, para que esa normalidad sea posible hay
detrás mucha gente trabajando. Dicho esto, es verdad que se nota la precariedad
en medios materiales y en partidos como el de Tomelloso, también esa
precariedad está en los medios personales, Por una serie de razones no se llega
a consolidar la plantilla con una rotación de personal constante. No hay
juzgados que estabilicen su personal.
—¿Cómo valora la situación de Tomelloso? ¿Es necesario un
cuarto juzgado y un edificio único?
—Honestamente no tengo datos para saber la necesidad de un
cuarto juzgado, aunque seguro que hace falta. Con respecto a un edificio único
está planteada su necesidad desde hace años y ya se deja sentir. Pero, ya digo,
a parte de esto, Tomelloso es una plaza que genera mucho trabajo, las
compensaciones no son las más adecuadas ni el transporte público es el más
idóneo. Eso hace que no sea un destino atractivo y haya una rotación de
personal importante. Todo ello, sin restar mérito a las personas que se están sacrificando
en su trabajo.
—La opinión pública prejuzga las sentencias dependiendo
de la ideología de quien las dicta, ¿ser progresista o conservador marca los dictámenes
de un magistrado?
—El juez debe ser independiente a la hora de aplicar la ley
y lo debe hacer tal como el legislador la ha redactado y la jurisprudencia la
ha interpretado. Es decir, no hay tanto margen de maniobra para las opiniones
personales. Ese margen es bastante estrecho porque tanto el legislado cuando
redacta como la jurisprudencia cuando interpreta fija unos criterios en la
aplicación de la ley. Es decir, muchas veces es más el ruido que se genera
alrededor que la aplicación científica del derecho, que es bastante más aséptica
de lo que la gente piensa.
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Jueves, 25 de Septiembre del 2025
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