Fue allá por el año 1961, cuando
se construía uno de los primeros chalés, en los terrenos aledaños a la embocadura o
cabecera de la laguna del Rey, en el margen fluvial derecho, al final de la
franja o pequeño istmo, entre las lagunas La Colgada y del Rey, que conecta ambas márgenes fluviales,
salvado el corto y artificial “Río de
las Paranzas”; nombrado así por los lugareños, que colocaban empalizadas en dos pequeños
riachuelos, que discurrían paralelos al cauce principal, desde tiempos de molinos
harineros y batanes; donde instalaban garlitos para capturar peces, a los que
llamaban “Paranzas”. El índice de gradiente en este tramo fluvial, aportes
fangosos y otros factores geo-biológicos, influyeron en el sistema
geo-bío-constructor y precipitación de carbonatos, que habrían dado lugar a una
barrera de tobazo o travertínica más, en el “rosario” fluvio-lacustre;
“repujado” de fabulosas terrazas y muros de toba, únicos en la península
Ibérica; — con sus mielgos en los lagos de Plitvice en Croacia— y no a la tira
de vega actual.
En la excavación de aquella
primigenia construcción de recreo, aparecieron plataformas soladas con mortero
de cal y arena, vértebras de ictiofauna y galbos de cerámica en otros estratos.
Tiempo después supimos que eran de época romana, pero la memoria colectiva del
entorno, cuando afloraba “cosa” antigua, la explicación siempre era la misma:
“…, eso es de cuando los moros”. Fue un asiduo, culto e inusual “veraneante” de
aquellos días, quien afirmaba e ilustraba que: “antiguamente, ahí había un
cortijo y “Caupona” romanos…”. En el margen izquierdo de la calzada que bordea
lagunas, en sentido ascendente, entonces de pavimento terroso, en otra parcela
propiedad de los dueños de la solaz “masía”, uno de los empleados, en faenas de
jardinería, descubrió monedas, abalorios
de bronce y plata y recipientes cerámicos que, años más tarde averiguamos, se
trataba de restos romanos; que en absoluto guardan relación alguna con los
vestigios y yacimiento paleontológico, motivo de esta crónica… En aquellas
fechas se planificaba también la urbanización “Los Villares”, dando vistas a
las lagunas La Colgada y del Rey. —Foto en portada. La ladera oeste de la loma
de “Los Villares, es un tramo de la cuenca, cuya geología es encuadrable en un
Keuper jurásico, compuesto por arcillas, yesos, dolomías, etcétera. Tiempos
geológicos aquellos, en los que los niveles hídricos o lámina del agua, se
encontrarían a más de veinte metros
sobre las cotas actuales. En esta cuenca fluvial, como en cualquier otra
superficie del planeta, han operado denudación o desgaste y deposición y
formación; en cuyo proceso han sido sepultadas y desenterradas muchas formas de
vida… Los agentes geológicos, en este ámbito, tanto en el Pleistoceno como en
el Cuaternario, con glaciales e interglaciales, debieron producir la mayor
profundización y abertura de las geoparedes del valle. Con las consiguientes
avalanchas y desprendimientos de sedimentos; originándose, por la gran carga
del río o presión “hidráulica”, grandes erosiones, arroyos, barrancos,
cavernosidades…
Las primeras obras que se
acometen en la urbanización “Los Villares” son las excavaciones y compactación
de caminos, para acceder al complejo urbanizable… Los trabajos, en los inicios,
eran a base de pico y pala; pero al toparse con bancos de roca muy compactada,
la empresa decidió utilizar barrenos de clorato y dinamita. En un tramo, “a
media ladera”, se explosionaban cargas, pero no hacían el efecto deseado porque,
interpretaban los obreros: “… y pierden mucha fuerza por las covachas en las
que salen cascotes y huesos hechos piedra…”. Respecto a los vestigios, nos
comenta Juan Capdevila, capataz de las obras: “…, salían cascotes y cosas
raras, pero como nadie sabía lo que era aquello, se quedaban por los
terraplenes de los carreterines…”. Hace décadas, el guarda de “Los Villares”
nos mostró restos de aquellos fósiles y vista su “rareza” e importancia, le
aconsejamos que lo pusiera en conocimiento de expertos en paleontología.
Pasados varios años, supimos que así lo habían hecho propietarios de chalés y
que la “letanía” primigenia y petrificada de los mismos, databa de cientos de
miles de años… Hoy, el espectro de la paleontología no es únicamente, las
enseñanzas de la escuela pitagórica, que ya expresaba la verdadera naturaleza
de los fósiles marinos… Hoy el principio de identidad paleontológico, supone
que los estratos pueden ser identificados, según la asociación de fósiles que
contienen. Cada periodo tiene sus fósiles característicos… Con el principio de
la correlación cronoestratigráfica, se llega a establecer la correspondencia
cronológica de territorios alejados entre sí… El proceso es trabajoso y
presenta sus dificultades, ya que para ello hay que contar con buenos equipos y
laboratorios especializados.
Hoy, el yacimiento paleontológico
de “Los Villares”, está en buenas manos… Está siendo analizado— con los
correspondientes permisos de la administración— por Daniel García Martínez,
doctor en biología y paleoantropólogo; Carlos Palancar, antropólogo; Francesc
Gascó, paleontólogo; Sara Pérez, arqueóloga y entre doce y quince voluntarios,
procedentes de Madrid y Burgos, que hicieron sus tesis doctorales en Atapuerca.
Nos explica Daniel García que, el sitio es rico en fósiles del Pleistoceno,
pero los sedimentos están muy revueltos y desplazados los estratos originales,
por las obras de los caminos de la urbanización… No obstante, en los días de estudio
de la zona, “han sacado más de doscientos registros…”. La “faena” la han
realizado metódica y pacientemente; con extraordinario rigor científico; por
“amor al arte”, con sólo “posada” pagada y alguna que otra pequeña y honrosa
donación de particulares… De la administración ni “calderilla”, ni agua…
Choppin tools o canto tallado,
del Paleolítico Inferior (400.000 mil años +-). Quedó al descubierto en la
terraza fluvial de la laguna Cueva Morenilla, cuando se ensanchó la calzada de
Argamasilla de Alba-Ruidera. La capa o película de caliza adherida, nos orienta
sobre su antigüedad…
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Viernes, 9 de Mayo del 2025
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