Aunque limitada, las ventanas nos permiten una visión del horizonte que nos rodea. Sin embargo, aunque sin rejas, las ventanas del hospital se parecen más a las de una prisión porque el alta médica es como un certificado de libertad.
A través de los cristales percibo la evolución de la luminosidad, ahora,
al caer la tarde, el cielo es más opaco por la calima, una sensación que
aumenta, si cabe, el grado de sopor y cansancio. Hoy, durante todo el día, ha
hecho un sol de justicia y la ola de calor no nos da tregua..
Después de varios días mamá, a pesar de su avanzada edad, se recupera
con prontitud y satisfactoriamente de su tercer covid. Mientras tanto, y a su
lado, soportamos estas jornadas tediosas de hospital sin poder hacer nada,
dejando pasar las horas con resignación y, entre sueño y sueño, escuchando las
historias que nos ha contado mil veces.
En una de esas tardes, y antes de que anochezca, bajo a la cafetería a
tomar un refrigerio y cual no será mi sorpresa cuando advierto la presencia de
Manolo, mi amigo. Como un reflejo nos sorprendemos mutuamente del encuentro,
nos saludamos y, ante tal coincidencia, conversamos sobre nuestros familiares
hospitalizados.
Manolo me cuenta que su padre está ingresado desde hace una semana y él
lo tiene peor porque según parece tiene neumonía. Aún así no le veo
excesivamente preocupado. Manolo me cuenta que está convencido de que su padre
mejorará, y ambos afirmamos que nuestros mayores pertenecen a una generación
que se aferra a la vida y de qué manera; parece que están hechos de otra pasta
después de una vida llena de privaciones y sinsabores.
Ambos enumeramos la gran cantidad de amigos y conocidos que estamos en
esta tesitura, atrapados entre el cuidado de nuestros padres, de nuestros hijos
e incluso de los nietos. Bienvenido a la "Generación sandwich" me
dice socarrón. Que todos andamos anhelando una escapadita aunque sea a Benidorm
o a Torremolinos para relajarnos de la presión familiar.
Como hemos tocado el tema del descanso y las vacaciones, me pregunta si
este año habrá un nuevo capítulo de "Tinto de verano". Él se refiere
al habitual artículo donde hago un balance de estos días veraniegos y de
asueto.
No tengo que pensar demasiado la respuesta, y así, enseguida, le refiero
que ante esta situación no tengo el ánimo suficiente para escribir sobre viajes
y excursiones playeras. Es más, le confirmo que las lecturas y relecturas que
he elegido para este verano más que ayudarme me han deprimido bastante.
El clásico de Ernesto Sábato "El Túnel" que me leí en un par
de jornadas lo he asociado al triste
repunte de las víctimas de violencia de género en nuestro país. Y aunque no sé
si será un tópico o una constante, la realidad es que cuando aumenta el calor
crece el número de crímenes machistas.
El otro libro que releo en estos días es "1984" de George
Orwell y, entre sus muchos pronósticos, me inquieta, y de qué manera, este
empeño en reescribir la historia para acomodarla a nuestros intereses. Cómo no,
también el uso de la propaganda como si de información se tratase. Además,
también despierta mi inquietud, el intento de la reducción del lenguaje con el
término de la "Neolengua" y el "Doblepensar" que es un
método para evitar que los ciudadanos piensen libremente.
Pero quizás lo más preocupante es la utilización de la guerra como un
conflicto social permanente para generar el miedo. Ahora ya no existen
argumentos de raza, religión o de fronteras, si acaso son solo pretextos.
Actualmente las guerras son la excusa perfecta para los negocios y el control
del agua o de las materias primas. Releyendo al visionario de Orwell << Incluso
cuando las armas no llegan a destruirse, su fabricación continúa siendo un modo
muy práctico de utilizar la fuerza de trabajo sin producir nada que pueda
consumirse. Una Fortaleza Flotante, por ejemplo, requiere invertir un trabajo
con el que podían construirse varios barcos mercantes. Cuando se queda
anticuada, se abandona sin que haya producido el menor beneficio a nadie y se
construye otra con esfuerzos aún más arduos.>> Fue entonces cuando no
tuve más remedio que asociar el actual conflicto entre Rusia y Ucrania a mi
lectura veraniega. Un enfrentamiento que, a pesar de las muchas informaciones
en los medios, es tan opaco para los ciudadanos como cualquier otra contienda.
Reseñas de batallas y ataques que aparecen en los informativos en función de
cómo afectan a nuestras economías y poco más.
De entre esas noticias banales del verano sobre playas repletas y la
bonanza de la hostelería se cuela que ha habido un repunte en los casos de
Covid con una nueva variante y, según dicen los expertos, afecta especialmente
a los mayores y a los ciudadanos más vulnerables. Pero esa crónica ya me la
conozco después de estos días de trajín hospitalario.
A partir de ahora y tras su restablecimiento, mamá exhibirá su tercera
infección ante sus compañeros del Centro de Día como si fuese una medalla.
Bromas aparte, todos celebramos su pronta recuperación, reconociendo además que
el refrán no anda desacertado: Mujer enferma, mujer eterna.
Sin embargo, nunca me acostumbro a la laxitud que me suscitan las
jornadas de hospital, las esperas, la desidia y el cansancio motivado por la
inactividad durante horas y horas. Y qué comentar sobre esa sensación pegajosa
que demanda con urgencia una ducha cuando regresas al hogar, como de una
obligatoria desinfección del líquido elemento se tratase.
Si a estos acontecimientos imprevistos le añadimos el plus de la calima
que nos acompaña, me atrevo a proponer al vocablo "calima" como un
sinónimo del bajo estado de ánimo o de la abulia. O más sencillo aún: "Días
de calima, días de bajón".
{{comentario.contenido}}
"{{comentariohijo.contenido}}"
Viernes, 9 de Mayo del 2025
Viernes, 9 de Mayo del 2025
Viernes, 9 de Mayo del 2025