Escribo estas líneas desde la localidad de Tavira, ciudad costera situada en la región portuguesa del Algarve a tiro de piedra con la frontera en Ayamonte. Tavira es un lugar coqueto, una localidad abocada a un océano Atlántico que se expresa bravío hasta el colosal cabo de San Vicente, otorgando a todo este litoral de unos acantilados afilados y rojizos y unas playas entre oquedades rocosas a las que sólo puede accederse por el mar.
Tavira sin embargo goza además por tener una isla de forma alargada con unas playas de finísimas arenas a las que se acceden con unos barquitos desde su pequeño puerto, salvando así la ría que la separa del casco urbano. Diez kilómetros de paraíso donde olvidarse de los problemas cotidianos y respirar un aire húmedo y limpio.
Tavira es un buen lugar donde vivir, al menos durante algunas temporadas, descansar y desde donde reflexionar sobre asuntos de distinta índole. Con la escasísima pero suficiente perspectiva que da estar a unos pocos kilómetros de España, poder analizar que está sucediendo allí (aquí) y preguntarse sobre el futuro que le aguarda.
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Sábado, 2 de Diciembre del 2023
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