Semanas atrás, el que escribe cruzaba la calle por un paso de cebra de la avenida Antonio Huertas  y me vi sorprendido por un coche que no paró y ni tan siquiera aminoró la marcha, con lo que me obligado a esprintar para no salir mal parado. Tan apurada fue la situación que un compañero del gremio de la comunicación, Pepe Sánchez, que iba justo detrás del “aprendiz de Carlos Sainz”, me llamó rápidamente por teléfono para decirme lo cerca que había estado de ser atropellado Algún susto más ha habido en los últimos tiempos, y no solo para mí, sino para personas que me han contado episodios similares. De hecho, un buen amigo, sufrió un atropello en un paso de peatones, en este caso en Madrid que le provocó algunas lesiones.

Los Ayuntamientos han llevado a cabo un esfuerzo importante para aumentar los niveles de seguridad vial y el de Tomelloso no es una excepción.  Pasos iluminados y señalizados,  que son repintados cada cierto tiempo y que evidentemente son esenciales en una ciudad que soporta un tráfico de vehículos importante en sus vías principales.

Sin embargo, amigo y sufrido peatón, mire bien, no cometa la imprudencia de ir operando con el móvil, hablando distraídamente con alguien o con los cascos de música cuando va por un paso de cebra.  Mire a izquierda y derecha, cerciórese de que no viene ningún coche cerca y deduzca por la velocidad si el coche lleva intención de parar o no.  Cualquier exceso de confianza se puede pagar caro ante esa cofradía de energúmenos al volante que posiblemente sean los mismos que luego protagonizan esas infames carreras en el recinto ferial y calles del polígono 20, causando pánico a personas que pasean tranquilamente por la zona, además de aumentar la contaminación acústica hasta niveles insoportables.

Y redoblen precauciones los fines de semana y festivos que es cuando se suelen desatar estas peligrosas euforias al volante.