“El
vínculo del pulso está ahí, llamándonos a formar hogar y a sentirnos familia,
no campo de batalla y desconsuelo. Con genuina empatía hacia todos, hemos de
ofrecer nuestra colaboración, para que la noble tarea de servicio sea más
poética que política, menos interesada y más donante en suma”.
de ser, un permanente
encuentro sorpresivo con aquello que nos acompaña, incluidos nuestros
semejantes, y un reencuentro consigo mismo. Necesitamos hallarnos corazón a
corazón, para la concurrencia de latidos en un mundo repleto de ofensivas, que
ha de fraternizarse y no destruirse. Sin duda, tampoco es saludable para nadie
mantenerse distante, ni indiferente o pasivo; la cercanía es fundamental en un
planeta, totalmente globalizado, que requiere del don de la concordia entre
semejantes. Hemos de entrar en diálogo, sin exclusiones de ningún tipo,
sabiendo que nadie tiene la verdad absoluta. Por eso, es vital escucharse,
atenderse y entenderse, unirse y reunirse en alianza, para conciliarnos entre
sí.
Seamos responsables, pues;
comprometámonos en defender y proteger los derechos humanos, poniéndonos en
disposición de esas gentes, que son víctimas de un aluvión de injusticias y
dejadez por parte de todos. Ciertamente, las autoridades tienen que implicarse
mucho más, pero también nosotros tenemos que redoblar esfuerzos en la lucha
contra la impunidad, fomentando la unidad y el amparo, nunca el aislamiento y
el desamparo. El vínculo del pulso está ahí, llamándonos a formar hogar y a
sentirnos familia, no campo de batalla y desconsuelo. Con genuina empatía hacia
todos, hemos de ofrecer nuestra colaboración, para que la noble tarea de
servicio sea más poética que política, menos interesada y más donante en suma.
Esto nos demanda el cultivo
de una racionalidad humana más observadora, justa e ilustrada. En efecto, hay
que salir de esta mediocre mundanidad, conocerse y reconocerse como seres en relación,
apoyarse en caminos recorridos, pero esperanzarse en otro futuro más melódico
que terrícola. Desde este enfoque, se muestra que la confianza en la certeza y
la razón en la conciencia, no sólo no se oponen, sino que se apoyan y
complementan de modo admirable. Sea como fuere, en tiempos tan revueltos, donde
los avances tecnológicos parecen dejar en penumbra a los problemas más
trascendentes, la ciudadanía se merece un reposo para cuestionarse y; además,
una acción y reacción a la crecida de inseguridades, tras pensar y repensar el
camino a tomar.
Sí, es bueno meditar,
encontrarse uno a sí mismo y salir a desprenderse en busca de una mano amiga.
Buscando las lozanas sensaciones se hallan las imágenes, las nuevas sendas con
sus lenguajes y sensibilidades; quizás tengamos que poner más poesía y menos
poder, porque nuestras entretelas son débiles y el cuerpo orgulloso, lo que
debe animarnos a no desfallecer jamás, para poder bajar del pedestal y
liberarnos del aluvión de cadenas que nos ahogan diariamente. No olvidemos que
el tiempo es el mejor guía, siempre encuentra el momento para inspirarnos, para
sentirnos musa y volvernos poetas en guardia. Sólo a través del verso,
interiorizado en el alma, nos daremos cuenta que no somos libres; ya que, cada
vez más individuos, se hallan todavía encadenados a la pobreza.
Son estos períodos difíciles,
de los que debemos aprender a dejarnos ayudar para que nos apoyen, los que nos
sacan del individualismo, fortaleciendo los lazos, incluso de personas que, en
un principio, no estaban próximas a nosotros. Una vida grande siempre nace del
encuentro, debido a un gran motivo y a un fuerte fundamento. Con la situación
actual que tenemos, en el que los desastres se multiplican y amplifican,
devastando vidas y medios de subsistencia, suprimiendo en un soplo décadas de
avances en materia de desarrollo, no debe ser tanto un problema más, si en la
toma de decisiones comenzamos por mejorar el ánimo para conectarnos entre
nosotros, haciendo frente conjunto en correspondencia a las adversidades. La
suma de fuerzas, eleva aparte el espíritu: ¡Que lo sepamos!
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Domingo, 12 de Octubre del 2025
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