Opinión

Silencios que hablan

José Vicente Cepeda Plaza | Domingo, 12 de Octubre del 2025
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El Comité Noruego ha otorgado el Nobel de la Paz a María Corina Machado, de 58 años de edad “por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y por su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”. En la lectura del fallo el presidente de dicho Comité,  Jorgen Watne Frydnes, ha resaltado que se otorga a “una valiente y comprometida defensora de la paz, a una mujer que mantiene viva la llama de la democracia en medio de una creciente oscuridad”.

Es más que probable que el Premio Nobel de la Paz 2025 no pueda asistir a la ceremonia de entrega del premio por cuanto no existen garantías de que su integridad física no vaya a correr peligro. El régimen de Nicolás Maduro afirma que “se fue del país a buscar dólares en Colombia, al narcotráfico”. La realidad es que María Corina Machado se encuentra en la clandestinidad “temiendo por mi vida, por mi libertad” según escribió en la columna publicada en The Wall Street Journal. Su última aparición fue a principios de este año, un día antes de la toma de posesión de Nicolás Maduro como de González Urrutia, fue violentamente interceptada por la Policía Nacional Bolivariana. “Yo estoy bien ahora, aunque tengo fuertes dolores y contusiones en varias partes de mi cuerpo”, fueron sus primeras palabras después de ser puesta en libertad. Desde entonces, se encuentra en la clandestinidad por los motivos que ella mismo expone.

El reconocimiento internacional a una mujer con unas miras políticas consistentes en que su país adquiera un sistema político plural y democrático, debería ser para todos los que creemos que la libertad es un derecho fundamental que debe prevalecer en todos los órdenes de la vida -y por el bien común, por supuesto, a la hora de gobernar una nación- una esperanzadora y aleccionadora noticia compartida desde todos los estamentos públicos y privados. Desgraciadamente, los silencios, demasiados silencios en España tras esta decisión del Comité Noruego, descubren el nulo respeto a las libertades, por cuanto su defensa depende del régimen y país donde se vulneran. 

Aprovecho y me uno a tantos y tantos que se han alegrado de que una mujer, en la clandestinidad por no poder exponer sus ideas políticas, pase a ser considerada Premio Nobel de la Paz. Me uno especialmente a los casi 8.000.000 de venezolanos  que según ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados) han abandonado el país que les vio nacer buscando otros países donde se sientan más protegidos.

Escribo precisamente el día 12 de octubre, fiesta de la Hispanidad, pensando en tantos millones de hispanoparlantes que tampoco pueden disfrutar de un régimen de libertades. No hace falta trabajar la memoria para recordar puntualmente los países donde carecen de los derechos inherentes a la persona, unos derechos fundamentales que nacieron de otra mujer, Isabel La Católica. La promulgación de las Leyes de Indias plasmó el principal deseo hacia América: “Y no consientan ni den lugar que los indios reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remedien”.

José El Comité Noruego ha otorgado el Nobel de la Paz a María Corina Machado, de 58 años de edad “por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y por su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”. En la lectura del fallo el presidente de dicho Comité,  Jorgen Watne Frydnes, ha resaltado que se otorga a “una valiente y comprometida defensora de la paz, a una mujer que mantiene viva la llama de la democracia en medio de una creciente oscuridad”.

Es más que probable que el Premio Nobel de la Paz 2025 no pueda asistir a la ceremonia de entrega del premio por cuanto no existen garantías de que su integridad física no vaya a correr peligro. El régimen de Nicolás Maduro afirma que “se fue del país a buscar dólares en Colombia, al narcotráfico”. La realidad es que María Corina Machado se encuentra en la clandestinidad “temiendo por mi vida, por mi libertad” según escribió en la columna publicada en The Wall Street Journal. Su última aparición fue a principios de este año, un día antes de la toma de posesión de Nicolás Maduro como de González Urrutia, fue violentamente interceptada por la Policía Nacional Bolivariana. “Yo estoy bien ahora, aunque tengo fuertes dolores y contusiones en varias partes de mi cuerpo”, fueron sus primeras palabras después de ser puesta en libertad. Desde entonces, se encuentra en la clandestinidad por los motivos que ella mismo expone.

El reconocimiento internacional a una mujer con unas miras políticas consistentes en que su país adquiera un sistema político plural y democrático, debería ser para todos los que creemos que la libertad es un derecho fundamental que debe prevalecer en todos los órdenes de la vida -y por el bien común, por supuesto, a la hora de gobernar una nación- una esperanzadora y aleccionadora noticia compartida desde todos los estamentos públicos y privados. Desgraciadamente, los silencios, demasiados silencios en España tras esta decisión del Comité Noruego, descubren el nulo respeto a las libertades, por cuanto su defensa depende del régimen y país donde se vulneran.

Aprovecho y me uno a tantos y tantos que se han alegrado de que una mujer, en la clandestinidad por no poder exponer sus ideas políticas, pase a ser considerada Premio Nobel de la Paz. Me uno especialmente a los casi 8.000.000 de venezolanos  que según ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados) han abandonado el país que les vio nacer buscando otros países donde se sientan más protegidos.

Escribo precisamente el día 12 de octubre, fiesta de la Hispanidad, pensando en tantos millones de hispanoparlantes que tampoco pueden disfrutar de un régimen de libertades. No hace falta trabajar la memoria para recordar puntualmente los países donde carecen de los derechos inherentes a la persona, unos derechos fundamentales que nacieron de otra mujer, Isabel La Católica. La promulgación de las Leyes de Indias plasmó el principal deseo hacia América: “Y no consientan ni den lugar que los indios reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remedien”.

José Vicente Cepeda Plaza
 

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