Llevo varios días disfrutando de un invierno de los que me gustan; temperaturas bajas, lluvia suave muchas horas al día y neblina en el horizonte, sin distinguir, como en el mar, donde se unen suelo y cielo.
Me recuerdan épocas de la infancia en el colegio, distrayéndome de las tareas docentes, mirando lo que ofrecían los cristales de la ventana del segundo piso del Grupo Escolar.
Bien abrigado por ser obligado, aprovecho el camino hacia el encuentro con Ciri, el amigo de siempre, rememorando esas experiencias añejas y añoradas con los años, a la vez que encubro la regañina del maestro por desatender el problema de matemáticas insoluble.
El compañero de cafés me recibe alborozado con el “móvil” encendido en la mano. Esto es señal de que trae tema de conversación, puedo adelantar que será interesante.
—Ochenta y cinco, —proclama contento sin dejar de agitar el teléfono— te repito, ochenta y cinco artículos, que hemos protagonizado durante otros tantos viernes con nuestras charlas, discusiones, reflexiones y asuntos de actualidad o rebuscados y trasladados a nuestros lectores y lectoras. Dos años cumplidos, porque comenzamos un veinticinco de noviembre del 2023, así que ajusta el tiempo y me darás la razón.
—Eres gran profesional de la efemérides, querido compañero, —estrecho su mano como felicitación, que agradece.
—Y ya que hablamos de publicaciones he investigado y llevas trescientos cuatro artículos editados en La Voz de Tomelloso y otros medios, exactamente desde el día ocho de abril del 16. Lo que no me explico es que, observando el número de visitas que tienen tus escritos, no hubieras comenzado antes.
—Es la vida, Ciri, que nos va regalando nuevas actividades necesarias de aprovechar, poniendo en funcionamiento y puliendo día a día con esfuerzo, dedicación y ganas.
Noto alegre a mi amigo por lo que me está comentando. Sumerge mínimamente un trozo de magdalena en la taza de café con leche, lo dirige a la boca, saborea como él sabe el momento. Vuelve la vista al teléfono y con una carcajada sonora capaz de oírse en todo el establecimiento pregunta:
—¿Te has enterado del bocadillo del jabalí en Barcelona?
Tengo la mente en lo que antes comentábamos de nuestras intervenciones publicadas y me ha cogido totalmente de sorpresa la pregunta.
—Confieso que no sé a qué te estás refiriendo.
—A lo que el conseller Òscar Ordeig ha declarado a ciertos medios de comunicación.
—Sigo sin entender a dónde quieres llegar.
—Mejor así. ¡Atiende! Tú sabes muy bien que en España y gracias a los animalistas mal informados y peor estudiados, que se dejan llevar por sus ideologías en lugar de por las informaciones de técnicos, hay una superpoblación de jabalíes en todo el territorio campestre de modo que incluso asaltan ciudades a las que acceden sin control alguno.
—Eso sí lo conozco.
—Estos animales, por muy ariscos que los haya parido la Naturaleza, cuando los aprieta el hambre, buscan comida sin reparo incluso en contenedores de basura o en las mismas casas.
—También he oído hablar de esto.
—Del mismo modo te habrás informado por los noticiarios, que la peste porcina ausente de nuestro país desde hace más de treinta años, ha vuelto a surgir en la provincia de Barcelona.
—Aciertas, Ciri, también estoy informado de ello y de la gravedad que conlleva para las cabañas porcinas del resto de la Unión Europea por el contagio y las pérdidas millonarias, a la vez que el miedo de los ganaderos temiendo la contaminación de sus animales.
—Aquí interviene el ilustre y muy honorable “Conseller”. Y como reza un refrán manchego “No hay boda sin llanto ni funeral sin risa”, se le ocurre comentar que el origen de este brote de peste está en que un jabalí se comió un bocadillo de chorizo en mal estado.
—¡Hombre! Dicho así comprendo tu sorpresa y tu estallido de risa.
—¡Claro! Imagínate un cerdo de esta especie buscando en un contenedor de basura, se encuentra un bocadillo, lo deslía, se sienta en la acera y cercado por la envidia del resto de cerdos se come ansiosamente el manjar hallado; sin pensar, entre otras cosas porque los cerdos no piensan, que la muerte se esconde durmiendo dentro del deleite choricil.
—He de añadir, estimado Ciri, que en todo el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, donde me encanta pasear y disfrutar de la vegetación y la fauna, por causa de las decisiones ideológicas más que técnicas, sobreabundan de modo especial también los jabalíes, de modo que han hecho casi desaparecer gran cantidad de otros habitantes del parque, como perdices, conejos, lagartijas, culebras, lagartos, aves que anidan en el suelo entre chaparos y matas… Se puede enumerar una larga de aquellos, que son pasto de la desmesurada cantidad de jabalíes.
—La clave es: El día que decidamos escuchar a las personas sabias y experimentadas, en vez de las soflamas ideológicas de mandones imbéciles defensores de la manducatoria de pesebre político habremos dado pasos de gigante en cualquier espacio social —concluye Ciri circunspecto y con más razón que un santo.
Pido al compañero su señal acostumbrada al camarero, el cual raudo nos aporta dos copas, pero esta vez es del mejor brandy del que dispone en la barra. Hoy invito, hemos de celebrar que nuestros lectores y lectoras nos siguen cada sábado después de dos años con ellos.
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Sábado, 6 de Diciembre del 2025
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