2018 fue un año de grandes lanzamientos: fue el año de God of War, Spider-Man y Red Dead Redemption 2, pero entre todos estos títulos hay uno que pasó desapercibido y que considero uno de los mejores juegos de Quantic Dream y de su creador, David Cage: Detroit: Become Human.
Para entender esto, antes tengo que hablar del fundador de la compañía y diseñador principal: David Cage.
Nacido en Francia, Cage fundó en 1997 Quantic Dream, donde probó suerte en el mundo de los videojuegos. Su primer trabajo, Fahrenheit, nos dio a conocer el potencial de las aventuras gráficas con una historia madura. Pero no fue hasta su siguiente título, Heavy Rain —con el que inauguró la generación de PlayStation 3— cuando se ganó la ovación de crítica y público. Su estilo de juego es el de las aventuras gráficas con toques cinematográficos; muchos los han considerado películas interactivas en lugar de videojuegos, y en parte tienen razón.
En 2013 estrenó Beyond: Dos Almas, para muchos el primer bache en su carrera, y no fue hasta 2018 cuando volvió por la puerta grande con un nuevo exclusivo de PlayStation 4: Detroit: Become Human.
En cuanto a mecánicas de juego, sigue muchos de los patrones de sus títulos previos, especialmente Heavy Rain. Todo parece una película, exprimiendo al máximo el motor gráfico de Quantic Dream. Hay Quick Time Events y toma de decisiones que alteran el desarrollo del juego —algo que se perdió en su título anterior—. Además, vamos alternando entre sus tres protagonistas, cada uno con un final diferente. Cabe destacar que el mínimo error puede provocar que tu personaje muera en el primer intento, y la historia puede ramificarse de forma radical dependiendo de tus elecciones.
Respecto a la historia, nos trasladamos a un futuro donde la humanidad ha avanzado tecnológicamente y es capaz de crear androides e inteligencia artificial para su servicio y comodidad. La trama se desarrolla en Detroit, donde controlamos a tres personajes con sus propias historias: Markus, el futuro líder de la revolución de los androides; Connor, un cazador de androides divergentes; y Kara, una androide que intenta proteger a Alice y huir de la ciudad.
Esto no es algo nuevo; ya se ha visto en el cine y en la literatura de Isaac Asimov, como por ejemplo en Yo, robot o Blade Runner, pasando también por Terminator. Pero el juego no trata únicamente sobre androides al servicio de los humanos, sino más bien del cambio que se avecina y de los problemas raciales.
En primer lugar, los androides pueden generar sentimientos y pensamientos divergentes. Aquí entra Connor, quien se dedica a cazarlos y eliminarlos. ¿Os suena de algo? Exacto, es la premisa de Deckard o K en Blade Runner, donde los replicantes son tratados como mano de obra esclava en las colonias.
Además, mientras exploramos, observamos diversos problemas sociales. Uno de ellos es el paro en la ciudad, causado por los propios seres sintéticos al quitar los trabajos más importantes a los humanos, lo que genera su discriminación.
El racismo no es algo que se haya inventado ahora; viene de mucho antes, desde la época colonial hasta nuestros días. Además, teniendo en cuenta la ciudad donde se sitúa la historia —una de las más peligrosas y con mayor índice de criminalidad—, no es de extrañar que David Cage haya elegido este lugar para contar su historia racial.
Spike Lee, un director de cine conocido, tiene muchísimas películas que hablan de la cultura afroamericana. Mirad, por ejemplo, Malcolm X o Infiltrado en el KKKlan, ambas historias sobre lo que significa ser una persona de color y tener que pasar por la discriminación por tu piel, tus creencias y tu estatus social.
Entonces, ¿qué ocurre cuando una persona se harta de ser vapuleada e insultada por su condición? Ahí comienza la revolución. Con Markus tienes dos opciones para rebelarte: ¿tomarás la ruta pacifista o serás un enemigo público? Lo que elijas depende siempre del jugador.
Está claro que la revolución implica un cambio social inminente, y es ver a los androides no solo como mano de obra de usar y tirar, al contrario: son más humanos que los propios humanos.
Esto es algo que Blade Runner 2049 ya planteó en su momento, pero Detroit lo lleva más allá, implicando al jugador en su propia rebelión y mostrando las consecuencias de tales actos.
Todos estos puntos están relacionados con la historia de Markus. En cambio, Connor vive una búsqueda de identidad y se cuestiona si lo que hace es lo correcto. El personaje, a medida que avanza en la investigación, genera pensamientos racionales y se debate entre seguir su misión o unirse a la causa, al igual que el agente K en Blade Runner 2049.
Respecto a Kara, su papel comienza como simple asistenta en un hogar conflictivo. Hay una pequeña escena donde rompe las barreras de su propia consciencia para proteger a la niña con la que se encariña. En resumen, acaba desarrollando un instinto maternal por Alice y, a partir de ahí, ambas deciden huir y buscar un nuevo hogar donde vivir en paz, mientras son perseguidas por las fuerzas del orden.
En definitiva, Detroit: Become Human es un juegazo de principio a fin, no solo en lo jugable sino también en lo narrativo. Actualmente está disponible en PlayStation 4 y a un precio muy asequible. Si no lo jugasteis en su día, no sé a qué estáis esperando para hacerlo.
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Sábado, 14 de Junio del 2025
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