Del Álamo me acuerdo con frecuencia.
Me hablaban cuando niño
de su bondad, que no de su apariencia,
y a ese decir me ciño.
Supe entonces de muchos de sus actos,
de su forma de ser para con todos,
y para ser exactos,
la mucha corrección que había en sus modos;
de su benevolencia
de que su muerte fuera una incidencia,
un suceso maligno
aunque era un tiempo con poco de benigno.
A mí me complacía,
y además que lo hacía enormemente,
al ver que mucha gente
coincidía al dar sus opiniones
de forma airosa, y siempre libremente,
exponiendo razones,
con muchos y concretos pormenores,
que hacíanle los honores
con gran justicia y muy debidamente.
Mas eso se ha acabado
y nadie me habla hoy de sus hazañas,
¿quizás fuesen patrañas?
Pienso que no, que fueron realidades,
pero vividas hace muchos días;
hoy la gente ya no hace apologías,
aún sabiendo que todas son verdades.
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Domingo, 7 de Septiembre del 2025
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