He estado hace poco en Tomelloso pues quise oír
la introducción de Dionisio Cañas a su libro En la frontera del miedo, ahora reeditado por Almud. Lo leí en su
primera edición de 1992, y me ha servido. Mucho. Me ha valido para adherirme a la
historia de esta ciudad acogedora donde se fundó Albores y resguardar los manuales de una existencia oculta, la de Francisco
Adrados al que se vela como a un padre por esa labor olvidada como la ruta del Quijote.
Es otra historia hecha de fragmentos relativa
a la tradición de Tomelloso. Encontré en mi indagación personas, hombres y
mujeres emplazados en el zócalo marino
de la intrahistoria, utilizando la metáfora del mar de Miguel de Unamuno. Ahí los he hallado: caminando o pedaleando, yendo y
viniendo, del trabajo a sus asuntos. Y en el pasar de la vida se distó a
Francisco Adrados Herrero, importante hallazgo en el texto de Dionisio en el
confín del recelo con las iniciales F.A.H, de su hijo F. Adrados Fernández que manifestó
su mismo ostracismo inherente.
La frontera del miedo es un libro hacendoso
que toca nuestros días. Incorpora ahora el
manuscrito extraño en Bilbao que sujeta la colaboración y el refuerzo de Aráiz
Zalduegui a la investigación de Cañas sobre las cooperativas que se fundaron en
el periodo de la guerra civil a partir del raro hallazgo del Libro de Cuentas
de la cooperativa de pequeños colonos “La protectora” en Bilbao que le lleva a
la indagación sobre la Fábrica de Arrrarte instalada en Tomelloso desde 1891.
Cañas afina su tentativa
con la intrahistoria. Agudo con el escudo de Miguel de Unamuno que Menéndez
Pidal llama estado latente se coloca entre 1931-1951 alcanzando 20 años
fragmentados que contiene la II República, la guerra homicida y los 40, la
primera década de la Dictadura de Franco; un fondo importante que se encuentra
en el origen de nuestra historia contemporánea.
El profesor investiga en su vecindario la realidad
infringida ampliamente. Se muele la grieta
de la embestida criminal entre documentos escritos y orales. Los informadores se
manifiestan con los ajustados rostros y el habla con su fluir expresivo que roza
los personajes y locución del significativo novelista Francisco García Pavón. Se
recogen casos personales y positivamente las vidas arqueadas con su irresolución
en el aire. Sientes el espanto de los vecinos, lees personas que no entran en
los libros de Historia que son intérpretes. Adviertes con fuerza el realismo en
el periodo, trascendental en el momento actual en España.
La
Mancha es intérprete de Cervantes, igualmente es Tomelloso en el confín del
recelo como también lo son esas grandes y esenciales ciudades cuya energía suministrara
descubiertas Galdós. Se eleva el soplo fundamental de Cañas que consigue adherir
con el tono humilde la vivencia en su trasfondo social.
El libro es
insigne y abierto al valor dado o no de los expedientes conseguidos con las
pruebas atinadas de declarantes que, a la vez, se revelan como personajes en la
leyenda con el fondo de la novelística de García Pavón.
Tratar lo
rural es difícil, espinoso y Dionisio lo sabe de buena tinta, por eso crea su
contexto ciclópeo con el Naturalismo del personaje sin leyenda en la cumbre
está la Mancha cervantina; son trágicas heroínas las urbes, las admirables y
esenciales ciudades donde circulan los actores de Pérez Galdós. Alrededor del
miedo se enaltece al ser normal con su básico y culto entorno prevenido por
Dionisio en su trasfondo social y natural.
Fue un acto
natural, tranquilo y sentado junto a él en la mesa del salón, Santiago Arroyo,
director de la revista Monograma, que le dedica un monográfico (nº 4), expuso
el recorrido de este catedrático y crítico literario, poeta y artista inquieto
del que pronto espero disfrutar una Ópera. A continuación, prefirió
Dionisio intervenir de pie. Quieto, de
espaldas al gran espejo, de perfil al público que escucha y al mirarlo se mira,
explicó su búsqueda seriamente manejada con la intrahistoria. Pensó examinar la
cita en su prólogo de Tzvetan Todorov sobre la Memoria Histórica porque espera
se alcance a descubrir que la perversidad no tiene ideología y existe dentro de
nosotros, como el bien. A la sazón sería confortador
recapacitar sobre la experiencia de la costumbre como un Continuum. Es objetivo
el adeudo a tantos, por esos hombres y mujeres que lidiaron en la alianza de
una España rota, que educaron a los hijos e hijas cuyos nombres nunca
aparecerán en ningún libro de Historia. Así es, como él concibe a su madre,
Isabel Cañas Rivas, presente en el acto a la que brindó en su gesto leve e
inclinado hacia ella, el fruto positivo de su labor.
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Jueves, 25 de Abril del 2024
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