Opinión

Gracias Dionisio

Josefina Tafalla | Lunes, 20 de Enero del 2020
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He estado hace poco en Tomelloso pues quise oír la introducción de Dionisio Cañas a su libro En la frontera del miedo, ahora reeditado por Almud. Lo leí en su primera edición de 1992, y me ha servido. Mucho. Me ha valido para adherirme a la historia de esta ciudad acogedora donde se fundó Albores y resguardar los manuales de una existencia oculta, la de Francisco Adrados al que se vela como a un padre por  esa labor olvidada como la ruta del Quijote. Es otra  historia hecha de fragmentos relativa a la tradición de Tomelloso. Encontré en mi indagación personas, hombres y mujeres  emplazados en el zócalo marino de la intrahistoria, utilizando la metáfora del mar de Miguel de Unamuno. Ahí  los he hallado: caminando o pedaleando, yendo y viniendo, del trabajo a sus asuntos. Y en el pasar de la vida se distó a Francisco Adrados Herrero, importante hallazgo en el texto de Dionisio en el confín del recelo con las iniciales F.A.H, de su hijo F. Adrados Fernández que manifestó su mismo ostracismo inherente.

La frontera del miedo es un libro hacendoso que toca nuestros días.  Incorpora ahora el manuscrito extraño en Bilbao que sujeta la colaboración y el refuerzo de Aráiz Zalduegui a la investigación de Cañas sobre las cooperativas que se fundaron en el periodo de la guerra civil a partir del raro hallazgo del Libro de Cuentas de la cooperativa de pequeños colonos “La protectora” en Bilbao que le lleva a la indagación sobre la Fábrica de Arrrarte instalada en Tomelloso desde 1891. Cañas afina su tentativa con la intrahistoria. Agudo con el escudo de Miguel de Unamuno que Menéndez Pidal llama estado latente se coloca entre 1931-1951 alcanzando 20 años fragmentados que contiene la II República, la guerra homicida y los 40, la primera década de la Dictadura de Franco; un fondo importante que se encuentra en el origen de nuestra historia contemporánea.

El profesor investiga en su vecindario la realidad infringida  ampliamente. Se muele la grieta de la embestida criminal entre documentos escritos y orales. Los informadores se manifiestan con los ajustados rostros y el habla con su fluir expresivo que roza los personajes y locución del significativo novelista Francisco García Pavón. Se recogen casos personales y positivamente las vidas arqueadas con su irresolución en el aire. Sientes el espanto de los vecinos, lees personas que no entran en los libros de Historia que son intérpretes. Adviertes con fuerza el realismo en el periodo, trascendental en el momento actual en España.

 La Mancha es intérprete de Cervantes, igualmente es Tomelloso en el confín del recelo como también lo son esas grandes y esenciales ciudades cuya energía suministrara descubiertas Galdós. Se eleva el soplo fundamental de Cañas que consigue adherir con el tono humilde la vivencia en su trasfondo social.

El libro es insigne y abierto al valor dado o no de los expedientes conseguidos con las pruebas atinadas de declarantes que, a la vez, se revelan como personajes en la leyenda con el fondo de la novelística de García Pavón. 

Tratar lo rural es difícil, espinoso y Dionisio lo sabe de buena tinta, por eso crea su contexto ciclópeo con el Naturalismo del personaje sin leyenda en la cumbre está la Mancha cervantina; son trágicas heroínas las urbes, las admirables y esenciales ciudades donde circulan los actores de Pérez Galdós. Alrededor del miedo se enaltece al ser normal con su básico y culto entorno prevenido por Dionisio en su trasfondo social y natural.

Fue un acto natural, tranquilo y sentado junto a él en la mesa del salón, Santiago Arroyo, director de la revista Monograma, que le dedica un monográfico (nº 4), expuso el recorrido de este catedrático y crítico literario, poeta y artista inquieto del que pronto espero disfrutar una Ópera. A continuación, prefirió Dionisio  intervenir de pie. Quieto, de espaldas al gran espejo, de perfil al público que escucha y al mirarlo se mira, explicó su búsqueda seriamente manejada con la intrahistoria. Pensó examinar la cita en su prólogo de Tzvetan Todorov sobre la Memoria Histórica porque espera se alcance a descubrir que la perversidad no tiene ideología y existe dentro de nosotros, como el bien. A la sazón sería confortador recapacitar sobre la experiencia de la costumbre como un Continuum. Es objetivo el adeudo a tantos, por esos hombres y mujeres que lidiaron en la alianza de una España rota, que educaron a los hijos e hijas cuyos nombres nunca aparecerán en ningún libro de Historia. Así es, como él concibe a su madre, Isabel Cañas Rivas, presente en el acto a la que brindó en su gesto leve e inclinado hacia ella, el fruto positivo de su labor. 

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