Opinión

Antiguo abordaje amoroso

Juan José Sánchez Ondal | Miércoles, 24 de Mayo del 2023
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Ahora que el piropo está tan mal visto, que al abordaje callejero a una mujer puede ser delito, y que las formas de ligar son diferentes, no me resisto a reproducir el episodio amoroso en verso que el médico, comediógrafo, poeta, periodista y humorista asturiano Vital Aza Álvarez-Buylla (Pola de Lena, 28 de abril de 1851-Madrid, 13 de diciembre de 1912),  autor, entre otros, del libreto de una de las mejores  zarzuelas de su época,  “El rey que rabió”,  con música de Ruperto Chapí, publicó en la revista Madrid cómico (Madrid), 7/11/1880, página 3.

En él narra una conquista callejera en la que un joven aborda con piropos a una bella dama y expone la evolución de la actitud de ella: inicial rechazo, despertar del interés ante la manifestación del asaltante de su posición social, y cómo las fáciles conquistas amorosas dan lugar al desinterés de los donjuanes. Lo titula “Puntos suspensivos.” Durante ellos deja al lector que con su imaginación complete la acción en distintos momentos. El primero transcurre entre la admiración de la belleza de la mujer y la decisión de abordarla; el segundo expone el cambio de actitud de la dama ante el conocimiento del título y los bienes del abordante; en el tercero a la abordada ya le preocupa qué pensará de ella por haberse dejado abordar, y el cuarto y último, en el que destaca el cambio en el tratamiento: del usted en la calle al de los respectivos “mi Ricardo” y “mi Rosita”. El final, ante la fácil consecución del objetivo amoroso por el donjuán, no es demasiado sorprendente.

Todo ello expuesto con la gracia, la delicadeza, el humor y la fácil, pero magistral versificación del episodio (Se decía de las obras de Vital Aza que nunca se le encontró un ripio), da muestra del ingenio y maestría del autor. Dice así:

 

“PUNTOS SUSPENSIVOS.

— (¡Caracoles! ¡Qué mujer!

 ¡Qué pies! ¡Qué talle! ¡Qué cara!

 ¡Vaya! ¡Que me gusta mucho!

 Va sola. ¿Será casada?

¡Me atreveré, qué demonio!

 ¡Vamos allá! ¡Pecho al agua!)

……………………………………………..

--¡Salero! ¡Viva la gracia!

 No corra usted tanto, prenda;

 ¡va usted a ponerse mala!

 ¿A la otra acera? ¡Corriente!

¡Vamos donde a usted le plazca!

¿Se incomodó usted? ¡Lo siento!

No se tape usted, ingrata,

porque me muero de pena

 si no consigo mirarla.

 Hija, ¿me permite usted

que la acompañe? (Se calla).

¿A la otra acera? ¡Pues vamos!

--Caballero!

                      --(Ya me habla)

 –¡No sea usted importuno!

¡Retírese usted!

                              --¡Caramba!

No se ponga usted tan grave

 porque la ofensa no es tanta

--¿Por quién me ha tomado usted?

--¿Pues por quién he de tomarla?

Por una mujer que tiene

la sal del mundo en su cara.

 --¡Caballero!

                         --¡Señorita!

--¡Soy señora! ¡Estoy casada!

¡Qué suerte tienen algunos!

¡Ay señora de mi alma!

¡Por una mujer así

 diera yo de buena gana

mi título de abogado

y mis fincas de Granada!

--¿De veras, eh?

                             -- ¡Se lo juro!

 --¡Que bromista!

                                     --¡Mi palabra!

– (¡Es un joven muy simpático!)

– (¡Es una mujer muy guapa!)

…………………………………………….

--¡Ya ve usted! ¡Una no sabe!...

¡Hay aquí tanto canalla!

 Pero a usted se le conoce

 que es persona delicada,

y por eso he permitido…

--¡Ah! Señora, ¡muchas gracias!

¿Con que su esposo de usted?...

Está empleado en La Habana.

Se marchó hace ya tres años

¡dejándome abandonada!

-- ¡Que ingratitud! Vamos, hija,

 ¡enjugue usted esas lágrimas”

 – Ay, ¿Qué dirá usted de mi?

¡Absolutamente nada!

...........................................

--¿Le parece a usted, Rosita,

que si es mucha la distancia

tomemos ese simón?

–No, Ricardo, no hace falta.

Ya hemos llegado.

                               --¿De veras?

–Aquí tiene usted su casa. 

Si usted desea subir

a descansar…

                         --Muchas gracias.

Yo…la verdad…sentiría.

– ¡Suba usted, con confianza!

un ratito.

                  --¿No habrá nadie?

–La criada.

                    –Apóyese usted.

– (¡Que atento!) ¡Con mucho gusto!

 -- (¡Que guapa!)

…………………………………………………………

--Es muy tarde. ¡Me retiro!

–Pero ¿tan pronto?

--¡Me aguardan!

 --¡Mi Ricardo!

                        –Mi Rosita!

--¡Adiós! ¿Volverás mañana?

--Claro está que volveré!

--¿De veras?

--¡Sí! (¡Las espaldas!).”



Madrid, 23 de mayo de 2023.

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